
Se nos hacia tarde para regresar a casa, rápidamente y en una esquina nos paramos hasta divisar a los lejos, un vehículo de servicio público con la luz verde, era un taxi, vimos lo cielos abiertos pues por fin, después de un rato esperando encontrar uno de servicio podríamos volver a nuestra morada, el día había sido largo y era hora de descansar. Le indicamos la dirección y no había pasado ni un minuto, cuando empieza un rosario de insultos a cuenta del cierre de calles. Menos mal que van en otra dirección, nos dice, pues si llegan a decirme que van hacia el lado de la ciudad no les llevaría.
Este hecho que les narro no define a un gremio, define a una persona, que se supone profesional del volante, que sin venir a cuento y sin mediar conversación previa, ni siquiera inducida por nosotros empieza a insultar a quienes hemos elegido para que nos represente, sea en el gobierno o en la oposición, ante el cariz que estaba tomando su bronca en un monólogo irrespetuoso, le indico que por favor parara, que el no sabe quienes son los pasajeros que ha recogido y por tanto, utilizar descalificativos de esa magnitud no nos parecía lo correcto, que igual alguno de los ocupantes podría ser uno de esos a los cuales insultaba, no era el caso, pero obvió esa corta réplica para continuar bramando.
Cuando le indicamos que parara el taxi, que nos bajábamos, nos dijo que nos llevaba pero que le estaba coartando su libertad de expresión, le comenté que era un servicio público y si quería debatir que se fuera a un foro adecuado y no cuando prestaba un servicio a la sociedad, al final entre murmuraciones por su parte llegamos al destino, al bajarnos y pagarle, nos dice, que sepan, que me han coartado mi libertad de expresión. Este taxista no entiende de libertad, ni de respeto y menos aún de profesionalidad.
Se de antemano, que las quejas sobre taxistas imprudentes son un fenómeno global. Los clientes a menudo se encuentran con experiencias extrañas, inesperadas o desagradables, en algunos casos, inician conversaciones incómodas. Estas situaciones generan malestar en los pasajeros y afecta negativamente su experiencia de viaje. Es importante que desde el sector se llame a los profesionales a mantener un comportamiento profesional y respetuoso en todo momento para garantizar la seguridad y comodidad de sus clientes.
Una conversación imprudente se caracteriza por comentarios inapropiados, intromisión en la privacidad de los interlocutores, críticas a terceras personas en ausencia de estas, revelación de secretos ajenos, falta de respeto hacia los demás y falta de consideración por el tema y el contexto de la conversación. La imprudencia en una conversación puede generar incomodidad, falta de confianza y afectar la reputación de quienes participan en ella. Es importante mantener la prudencia y el respeto en todas las interacciones verbales, evitando comportamientos que puedan resultar inapropiados o incómodos para los demás porque todo ello puede afectar la experiencia de los pasajeros y la percepción pública del gremio.
Como estrategia habría que realizar una propuesta de medidas para abordar el problema; como programas de capacitación en servicio al cliente, campañas de concienciación sobre la importancia del lenguaje adecuado o la implementación de políticas internas dentro de las empresas de taxis. Habría que reflexionar sobre los límites en la libertad de expresión y la moralidad del lenguaje, en el desarrollo de una actividad profesional como es la del taxi y su impacto en la convivencia social..., desde la acera de enfrente.
Gregorio Viera Vega es exconcejal socialista de Telde.
juana A S | Martes, 20 de Febrero de 2024 a las 14:18:35 horas
por el comentario se ve de donde le viene la tos, de la derecha rancia.Libertad de expreción...
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