
Esta semana deja un anticipo esencial para Canarias de lo que deben ser a medio y largo plazo las políticas de la Unión Europea: Ursula von der Leyen y Pedro Sánchez viajaron a Nuakchot, capital de Mauritania, para forjar una alianza en común a favor del desarrollo socioeconómico del país. Desde allí están llegado a las islas las pateras y cayucos, en El Hierro bien lo saben, tras haberse cerrado el paso en Marruecos; ¿recuerdan el drama humanitario en el muelle de Arguineguín (Mogán) aupado por Rabat?
Eso sí, esa alianza con Marruecos fue costosa y, sobre todo, humillante en cuanto que Sánchez sacrificó al pueblo saharaui y su legítimo derecho al referéndum de autodeterminación como colonia pendiente aún de su proceso de descolonización. Mauritania, que también estuvo en su día en guerra contra el Frente Polisario al alimón de la retirada de las tropas españolas, aunque al poco se retiró de la contienda, no ha pedido ahora nada que afecte a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
La presidenta de la Comisión Europea se compromete con 210 millones de euros. Por su parte, España con más de 300 millones de euros. La lógica es esencial: si no se impulsa el desarrollo económico de África, la presión migratoria irá en aumento. Y si el factor poblacional en el Viejo Continente va a menos a causa del envejecimiento y la escasa natalidad, en África huelga decir que los pronósticos del alza poblacional son incuestionables. Es decir, que lo prometido esta semana en Mauritania tan solo erigirse en una antesala de otras ayudas que tendrá que protagonizar la Unión Europea. Evidentemente, eso implica vencer el egoísmo y las reglas ortodoxas y la austeridad de Alemania y sus socios más cercanos a los que, a todas luces, el drama en Canarias le queda muy lejano (geográfica y mentalmente).
¿Solucionará esto enseguida la problemática en El Hierro? Está por ver. Incluso, puede que tarde en verse las consecuencias. Mas esta es la senda institucional a recorrer: ayudar a África es la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos. Para empezar, por pura solidaridad que enraíza con el discurso añejo europeo de ser lucero de los derechos humanos y adalid de la democracia. Y luego, aunque sea egoístamente, porque nos evita males mayores con el tiempo. En política, como en la vida, ser rácano sale caro. En el avión que llevó a Nuakchot a Ursula von der Leyen y a Pedro Sánchez iban empresarios. Natural. Hay que facilitar las inversiones, se llama diplomacia activa. Todo lo que ocurra en Mauritania, al archipiélago le atañe, y mucho.
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