La era digital y la omnipresencia de las redes sociales han exacerbado esta mentalidad del "éxito fácil". Las plataformas de redes sociales a menudo muestran versiones idealizadas de la vida de las personas, lo que puede llevar a una comparación constante y a una sensación de insatisfacción con nuestras propias vidas. Además, la viralidad instantánea en línea puede crear la ilusión de que el éxito puede lograrse de la noche a la mañana, sin el arduo trabajo y la dedicación que suelen requerir los logros significativos.
En la sociedad contemporánea, el éxito se ha convertido en un dictador silencioso que gobierna nuestras vidas. Desde una edad temprana, se nos enseña que el éxito es el objetivo último, y que debemos esforzarnos constantemente por alcanzarlo en todas las facetas de nuestra existencia: académica, profesional, personal y social. Sin embargo, ¿qué sucede cuando esta búsqueda del éxito se convierte en una tiranía que nos esclaviza en lugar de liberarnos?
La dictadura del éxito nos presiona constantemente para que busquemos la perfección y evitemos el fracaso a toda costa. Se nos inculca el miedo al error y a la crítica, lo que nos lleva a adoptar un enfoque perfeccionista y obsesivo hacia nuestras metas. Como resultado, nos convertimos en prisioneros de nuestras propias expectativas irrealistas y nos sentimos constantemente insatisfechos, incluso cuando alcanzamos nuestros objetivos declarados.
La idea de estar "esclavizados por nuestros propios logros" sugiere que el afán de éxito y logro puede llegar a dominar nuestras vidas de forma opresiva. Esto puede manifestarse en la presión constante por alcanzar metas cada vez más altas, la dificultad para disfrutar de los logros alcanzados debido a la constante búsqueda de más éxito, y la sensación de nunca estar satisfechos con lo que se ha logrado. En este sentido, el éxito puede convertirse en una especie de "esclavitud" que limita nuestra capacidad de disfrutar del presente, generando estrés, ansiedad y una sensación de insatisfacción constante. Algunos logros comunes que pueden generar dependencia incluyen el avance en la carrera profesional, el logro de metas personales y profesionales, y el reconocimiento por el desempeño laboral.
La dictadura del éxito se manifiesta de diversas maneras en nuestra vida cotidiana. Se nos impone una definición estrecha y limitada de lo que significa ser exitoso. Esta definición suele estar basada en parámetros externos como el estatus, el poder adquisitivo, el reconocimiento público y los logros tangibles. Se nos dice que el éxito se mide en términos de cuánto dinero ganamos, qué posición ocupamos en nuestra carrera, cuántos seguidores tenemos en las redes sociales o cuántos premios hemos obtenido. Esta visión unilateral del éxito nos lleva a desvalorizar otras formas igualmente válidas de realización personal, como el bienestar emocional, las relaciones significativas, la creatividad y la contribución a la comunidad.
La obsesión que se puede alcanzar por el éxito, también tiene un costo humano significativo. Nos sumerge en una cultura de competencia despiadada, en la que se nos enseña a ver a los demás como rivales en lugar de colaboradores. Nos lleva a sacrificar nuestro bienestar físico, emocional y espiritual en aras de perseguir metas externas, a menudo a expensas de nuestras relaciones personales y nuestra salud mental, es fundamental cuestionar y redefinir nuestras propias ideas sobre el éxito. En lugar de aceptar pasivamente las normas y expectativas impuestas por la sociedad, debemos reflexionar sobre qué es lo que realmente valora y nos importa a nivel individual.., desde la acera de enfrente.
Gregorio Viera Vega es exconcejal socialista de Telde.

























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