
La ruleta de la actualidad me llevó estos días a toparme con una doble vara de medir, una contradicción que salta a la luz a partir de dos acontecimientos radicalmente diferentes.
Por un lado, el supuesto homicidio de una persona con discapacidad intelectual en Playa de Mogán que, además, dada la popularidad de la víctima, desató entre sus vecinos una ola de enfado en demanda de justicia. Y por el otro, el presunto, y desmentido, noviazgo de Isabel Pantoja con un ingeniero de Caminos jubilado y de Agüimes.
La normativa en los últimos años se ha vuelto más estricta y prácticamente ha prohibido el uso y publicación de fotos de las redes sociales de terceros, un recurso que hasta no hace mucho era habitual entre los medios para identificar y ponerle cara a presuntos delincuentes, ya investigados por policía y tribunales.
La legislación prima en este caso el derecho a la propia imagen frente al derecho a la información, y es entendible, máxime cuando va en consonancia con otro derecho, el de la presunción de inocencia. Las únicas fotos que pudimos publicar del supuesto agresor fueron las que le hicieron los fotógrafos a su llegada a los juzgados, que sí están permitidas.
Sin embargo, en el otro caso, la impunidad campa a sus anchas. Un ciudadano anónimo se ve de la noche a la mañana en programas de máxima audiencia, donde se publican fotos personales, y se sacan imágenes de su residencia, su lugar de trabajo o su finca familiar. Su delito, tener características similares a las de un supuesto novio de una famosa. Ahí, por lo que se ve, no hay límites, cuando lo cierto es que el daño moral, depende del caso, puede ser incluso peor. Está visto que la crónica rosa y la crónica negra no se someten a las mismas reglas.
Carmelo | Jueves, 08 de Febrero de 2024 a las 12:33:10 horas
Muy bueno el artículo Gaumet, como todos los tuyos. Hemos escuchado y leído muchas noticias falsas, inventadas y otras inexactas, publicadas en primera página y a todo color para socavar el honor y la credibilidad de las personas, sobre todo en el ámbito político. Cuando no es un chalet inexistente, es un pequeño hotel fantasma, o un/a amante secreta/o, pero cuando la justicia obliga a esa seuda prensa a rectificar, lo hace en una esquina de las páginas interiores.
Lo que tú dices, diferentes varas de medir, pero lo más triste es que se llamen periodista y periódicos serios y además tengan audiencia y se crean esa bazofia como si de la biblia se tratara. El daño queda hecho.
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