
Una generación de la política canaria se despide poco a poco. Lorenzo Olarte fue el referente canarión que meció entre el centrismo estatalista y el insularismo de cuño propio. Y es que, tras el derrumbe de la UCD, optó por seguir fielmente a Adolfo Suárez en el CDS en vez de desembarcar en AP/PP. A buen seguro, ese fue su mayor acierto. Solo así pudo lograr ser presidente del Gobierno de Canarias (1989-1991, tras la cuestión de confianza que perdió su conmilitón Fernando Fernández). Y es que en las islas el Suárez del CDS encontró un territorio que le reportaba mejores resultados electorales que en el resto del Estado. Ese Suárez aquí venerado, que en las elecciones generales de 1977 y 1979 ganó de calle, tuvo en Olarte un acólito hasta el último momento.
La Canarias de finales de la década de los setenta no votó en sí a la figu
ra de Suárez sino que lo hizo en cuanto que el talante isleño (y las represalias y caciquismos aún dominantes en nuestra sociedad) propiciaba escoger esa irrupción del centrismo que procedía previamente del aparato del régimen franquista. De hecho, el mismo Olarte comandó el Cabildo de Gran Canaria aún con el franquismo aunque, eso sí, no alzaba el brazo emulando el saludo falangista, el de los ‘camisas viejas’, sino que se mantenía impertérrito porque ya olía el final de la dictadura. Hay fotos que lo atestiguan.
Luego vino el Olarte que propulsó CC. Cuando Suárez estaba políticamente liquidado, cumplidas sus tareas hasta el instante final, entonces Olarte sí viró y vio en esa mezcolanza del nacionalismo canario noventero la oportunidad de relanzarse en el poder; y así fue. Ocupó la Vicepresidencia en tiempo de Manuel Hermoso aguardando a que en 1999 CC le designase candidato presidencial porque le tocaba el turno interno a Gran Canaria. Pero a medida que se acercaba la cita con las urnas, Olarte comprobó que no tenía los apoyos que pensaba. Él no controlaba CC en Gran Canaria sino tan solo una parte de un espacio que compartía, con mayor presencia, la rama de ICAN (hoy NC).
El momento clave fue cuando Olarte sondeó a Román Rodríguez y Julio Bonis para saber si estaban dispuestos, léase Román, a ser cabeza de cartel. Para su sorpresa, y torpeza política, el sí fue inmediato. Y después quedó el episodio en la entrada del Hotel Santa Catalina cuanto le espetó a Bonis que le había traicionado. Se echó a un lado, asumió el comienzo de la irrelevancia y todo esto quedó en la memoria de la historia política canaria. Este trance lo vivió en primera persona el que fuera asesor de Olarte, el exsocialista José María García Quer (que con los años regresaría al PSOE).
Lorenzo Olarte tuvo, por lo tanto, un periplo político de altibajos. Experimentó el poder en la UCD, su lealtad al CDS le premió con ser jefe del Ejecutivo en el archipiélago y, desde luego, supo otear los posibles que ofrecería CC, aunque no pudo llegar todo lo lejos que hubiese querido.



























Jorge lorenzo herrera santana | Sábado, 03 de Febrero de 2024 a las 17:16:50 horas
Estimado Rafael Álvarez Gil
Gracias por tener este detalle, de esta noticia, quiero agradecerte de antemano. Esto es un gran recuerdo para toda la vida, viví todos esos momentos estando en la gerencia de Jinamar ect, cdc ucd ect desde mis 18 años y ahora tengo 54. Con 18 años estuve en las listas a telde.gracias por esta noticia.
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