
El turismo va como un tiro. Representa un 12,8% del Producto Interior Bruto (PIB) del Estado. En 2023 llegaron a España 84 millones de extranjeros, todo un récord que puede incluso superar a Francia; son datos en los que no se contabiliza el turismo interior. Hemos pasado de los casi 58 millones de turistas de 2012 a la magnitud señalada en 2023: un 44,8% más. Unos números que publicó ‘El País’ en su edición del domingo.
Que el sector hotelero y de servicios sea la locomotora de la economía, no es novedad. En Canarias estamos acostumbrados desde hace tiempo y la dependencia del PIB es todavía mayor si cabe. De hecho, en los años posteriores a la Gran Recesión de 2008 tanto Paulino Rivero como Mariano Rajoy se acogían a este paraguas como gobernantes en sus conferencias recurrentes y declaraciones públicas para transmitir un mensaje de ánimo a una población diezmada por la crisis y los recortes. Luego vino la pandemia en 2020, mas hoy esto queda lejos.
Si se quiere un turismo de calidad, potenciar el gasto del turista más que el número de visitantes, hay que cuidar la oferta. Y esto implica, por un lado, una profesionalización del sector que pasa por disfrutar de unos mejores derechos laborales y condiciones económicas (pensemos en las camareras de piso, un ámbito feminizado y muy castigado) pero también por cuidar la sostenibilidad. Y esto a los isleños nos atañe por completo.
Nuestro territorio es frágil. No podemos crecer por crecer. Hay que poner límites. Y otra gran cuestión: aumenta la desafección de la sociedad canaria hacia el turismo porque no se ve que los beneficios queden en Canarias sino que se marchan a otras latitudes. ¿Cuánto de lo que ganan las empresas hoteleras queda aquí? Si es poco, que es lo que parece, entonces servimos como plataforma colonizada al servicio de terceros ubicados en enclaves muy lejanos. Somos víctima del extractivismo. Y encima soportamos las consecuencias múltiples que conlleva, por ejemplo el encarecimiento de la vivienda (compra y alquiler) y una superpoblación que el archipiélago ya no aguanta. No es ‘turismofobia’, es realidad. Lo que ocurre es que a algunos no les interesa que este debate se aviva. Pero imperan las circunstancias.
Canarias tiene que controlar su sector turístico en el sentido de que no disponemos de un empresariado nuestro que sea propietario y regente el sur de Gran Canaria, Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote. Necesitamos empresas canarias que se vuelquen en esto. No podemos estar a expensas de fondos de inversión, prácticas más lesivas cuando desaparecen turoperadores históricos que servían de intermediarios. La clase trabajadora canaria, las islas en sí, deben ser partícipes activos de las ganancias que arroja el turismo. Es de recibo.
Jose | Martes, 30 de Enero de 2024 a las 21:21:44 horas
Comparto totalmente todo el texto.
Por favor, pero hasta dónde vamos a llegar?
Nos van a comer. Y los canarios no hacemos nada, nada. Como sigamos así, al final saldremos nosotros de nuestra tierra y dejaremos a los europeos jubilados consumiendo sanidad y sin gastar un céntimo. Y a los que acuden del resto del mundo y no se van ni con aceite caliente.
En fin, creo que ha llegado ya la hora de movilizarnos porque está en juego nuestro futuro y sobre todo el de nuestros hijos y nietos.
Que nadie se equivoque. Aquí no hay ni un ápice de racismo ni de cualquier otra cosa.
Es ya cansancio, agotamiento de ver como Canarias desaparece ya a pasos agigantados.
Ahí lo dejo...
Accede para votar (0) (0) Accede para responder