
En la actualidad política en el Estado pesa tanto o más el factor territorial que el ideológico. El ‘procés’ no solo ha sido (y es) una cuestión de reivindicación catalana sino que ha reabierto las costuras históricas de las problemáticas constitucionales en España. Por eso la crisis catalana es, al tiempo, la crisis española. Las dos caras de la misma moneda. Y eso a los partidos sistémicos, singularmente al PSOE, le atraviesa de cabo a rabo. Hay ciclos en los que el PSOE logra combinar todo esto (función nada fácil) para afianzar el sistema del 78, mas concurren otros periodos (fruto d las consecuencias de la desconexión de las burguesías territoriales periféricas, pongamos por caso) en los que el PSOE sufre mucho porque no logra uniformizar el mismo discurso en Cataluña, Galicia, País Vasco y Canarias con respecto a las dos Castillas y Madrid.
Emiliano García-Page es la máxima expresión de este dilema. Él tiene
su público. Por eso hace lo que hace. Ferraz lo necesita pero a la vez, de seguir así el barón territorial, sabe que puede provocarle una merma electoral. Con razón, la coalición de izquierdas tiene motivos de sobra para preocuparse con la acción de García-Page; no solo conecta con el ‘felipismo’ sino a la par impide avanzar en la plurinacionalidad: máximo reto a encarar por el Ejecutivo de PSOE y Sumar.
Digamos, por tanto, que las partidas electorales que juegan Pedro Sánchez y García-Page son (en cierta medida) distintas. Este último se ciñe y se contenta con continuar en el poder autonómico. Y con lo que está haciendo, le basta. Eso sí, nunca podrá dar el salto a Madrid. Por su parte, Sánchez requiere de los escaños de Castilla-La Mancha aunque el mensaje de García-Page (parece uno más del PP) le resta posibilidades. Si de por sí para el PSOE es difícil articular acuerdos con ERC, PNV, BNG, EH Bildu… (nunca estuvo en su ánimo intrínseco) más lo es si, encima, le ponen cortapisas internas desde la meseta.
Sánchez es un resistente. Lo ha demostrado tanto en el PSOE como a nivel institucional. Su propio periplo público denota las contradicciones de la crisis del sistema del 78. Y trata, desde La Moncloa, de normalizar la política a través de apaciguar la cuestión catalana e insuflar (Yolanda Díaz mediante) medidas sociales a favor de la clase trabajadora. Básicamente, esta es su receta. Si lo hace bien, podrá estar los cuatro años como presidente del Gobierno. Eso sí, cuando antes o después se pase página, resurgirá el socialismo mesetario como contrapoder en Ferraz. Por ahora, solo le queda al PSOE capear a García-Page. Ninguno se atreverá a romper la cuerda.























Project | Lunes, 29 de Enero de 2024 a las 07:26:45 horas
Buenos días, Zapatero y Sánchez lo peor Del Partido Socialista, engañando a lo ciudadanos y a sus votantes, arriba el señor Page
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