
El subsidio de desempleo para mayores de 52 años es el único que incluye cotización a la Seguridad Social entre todos los subsidios. No es casualidad. Tampoco lo es la edad: 52 años. No 48 ni 55 ni la que sea. ¿Por qué 52? Razón: los 50 años siempre se han entendido como la brecha ‘mortal’ que te excluye del mercado laboral para siempre en caso de ser despedido o padecer un ERE.
Después de esa edad es muy difícil resituarte en otro puesto de trabajo.
No digamos ya si encima eres mujer. Y si es que lo consigues, a buen seguro será en unas condiciones peores y de mayor precariedad que aquel otro empleo que tuviste. ¿Cuánto dura el periodo máximo de la prestación por desempleo? Dos años. Es decir, si con 50 eres despedido tienes 24 meses de desempleo y es entonces cuando te sitúas en los 52. Por lo tanto, ese umbral está pensado de antemano. No es fortuito ni producto del azar.
En resumen, todo lo que concierne al subsidio por desempleo para mayores de 52 años es muy delicado, es jugar con fuego, con personas y familias que (cuando menos) rozan la vulnerabilidad. Y ya sabemos que la pobreza tiende, amén del pudor, a silenciarse. Sobre todo, en los ámbitos urbanos.
Además, justo este subsidio padeció el mismo recorte (bajar del 125% al 100% la base de cotización) cuando Mariano Rajoy gobernó cabalgando una mayoría absoluta que perpetraba el ‘austericidio’ en la larga resaca dejada por la crisis financiera de 2008. Retornar al 125% como base de cotización costó Dios y ayuda o, lo que es lo mismo, que la izquierda volviera a gobernar en formato de coalición.
Entrar ahora en una espiral de reproches posibles de unos y otros (Sumar y Unidas Podemos) no conduce a nada. Tampoco el debate técnico de si el recorte en sí está compensado por el aumento salarial o del subsidio (argumento de Sumar). Es más, si así fuera, ¿qué más da? ¿Por qué hay que renunciar a una conquista social? Y, para más inri, hacerlo tras tantas renuncias en el camino colectivo. El crecimiento salarial o del subsidio tampoco te hará millonario para pensar que algunos beneficiarios serían supuestamente inducidos a la vagancia en vez de reincorporarte a la rutina activa. Para nada. E incluso si fuese así (que no lo es) tampoco la mayoría que tiene acceso al mismo va a pagar por un puñado de irresponsables. Es mejor, ofrece una mayor protección el día de mañana, tener un 125% que no tenerlo, con independencia de otros logros que lo acompasen.
Yolanda Díaz debe asumir cuanto antes que el legado de Nadia Calviño no le hace un favor a su gestión. Porque lo que denota todo esto es que la salida de Calviño ha dejado una herencia de negociaciones internas (de tira y afloja) donde luego ocurren estas cosas. Y esas facturas, con Unidas Podemos yendo por separado, las pagará onerosamente la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. No hay un espacio entre lo que representa Calviño (en Madrid o Luxemburgo) y lo que requiera Unidas Podemos como fuerza parlamentaria. Y si lo hubiese, será muy incómodo para Yolanda Díaz.

























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