
Un vecino de Telde denuncia la falta de iluminación en el puente de San José de Las Longueras, que lleva años a oscuras. Explica que en estos días que oscurece a las 18.00 horas, los vecinos que bajan a Telde caminando van con la luz de su teléfono iluminando el camino, ya que no se ve nada.
Sostiene que es un peligro, ya que acuden en ocasiones caminando con niños para ver las luces navideñas y no estar buscando aparcamiento. Tanto a la hora de atravesar el puente como de cruzar en los pasos de peatones, tienen que ir con cuidado, explica, al tiempo que añade que este espacio lo cruzan a diario estudiantes y multitud de vecinos.
“No hay que esperar a que haya una tragedia, porque el puente tiene sus farolas que llevan años apagadas, no creo que cueste tanto encender dos o tres”, asegura. “Hace unos días subía una familia con tres niños y uno se le soltó de la mano al padre, y no lo atropelló un coche de milagro. El conductor, que afortunadamente iría a unos 40 km/h, se bajo muy asustado diciendo que no lo había visto ni con las luces del coche, pero no es lo habitual porque en ese puente se va a más velocidad”, alerta.
Incivismo de los vecinos de una zona de La Herradura
Por otro lado, este vecino denuncia el incivismo de los vecinos de una zona de La Herradura, comprendida en la calle Cardenal Cisneros, donde hay un parterre donde aparcan los coches, ya que la escasez de aparcamientos es un problema generalizado.
Explica que hay un grupo de vecinos, que además tiene vados, y que ocupan estas plazas en el parterre de tierra poniendo coches y todoterrenos ocupando dos y tres plazas, unos delante para impedir que se pueda aparcar en el espacio que queda detrás. “Se van turnando entre padre, hermanos y toda la familia para tener siempre esas plazas ocupadas y justo enfrente tienen sus dos vados por lo que se deduce que sus garajes están vacíos”, añade.
Sin embargo, explica, el caso más sangrante es el de un vecino que tiene un camión de reparto de hielo, que con su camión, sus dos Audis y su Jeep tienen constantemente ocupada cuatro plazas. Y si algún otro residente se le ocurre dejar su coche delante, lo embiste. Una vecina le recriminó esa actitud y fue gravemente insultada por la mujer del camionero, sostiene. El repartidor, sus hijos y la esposa llevan como un año ocupando plazas públicas como si fuera un garaje con vado de su propiedad, lamenta.

























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