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Sábado, 08 de Noviembre de 2025

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Primera Plana

Aquelarre neofascista

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ 1 Martes, 02 de Enero de 2024 Tiempo de lectura: Actualizada Martes, 02 de Enero de 2024 a las 06:39:41 horas

Vox y sus huestes siguen practicando la espiral de intimidación y violencia verbal y gestual con la intención última de difundir un supuesto caos que invoque la urgencia sobrevenida de rescatar a la patria. Son las dosis del golpismo. Las teatralizaciones, por decir algo, cada vez van a más en el franquismo sociológico que aún perdura en la meseta, especialmente. En Nochevieja en Madrid se concentraron en la calle Ferraz, donde está la sede del PSOE, para darle golpes y ahorcar a un muñeco a modo de piñata que representa a Pedro Sánchez. Este es, les guste o no, el presidente del Gobierno legítimo por lo que ya está contrastada de antemano la escasa querencia democrática de la extrema derecha.

 

Esto sucede pocos días después del execrable acto de Javier Ortega [Img #999251]Smith contra un concejal de la oposición en el pleno del consistorio. En Madrid anida focos de la ultraderecha, así como de la oposición venezolana en el exilio, que son alentados por medios digitales que practican el periodismo basura en cuanto que se prestan a la propagación del bulo y el escrache. Todo esto es insuflado por una Comunidad de Madrid, gobernada por el PP, que riega generosamente de publicidad institucional a estos altavoces que luego son los que, por ejemplo, retransmiten el referido ataque a la figura de Pedro Sánchez en Ferraz.

 

 

Lo más preocupante es que el PP no frena sus intenciones de ir de la mano de Vox en las instituciones. Sigue el partido emperretado en hipotecarse a la ultraderecha. Nada raro, por otro lado, cuando el propio Vox es una escisión del PP. Mas esto no le irá bien a los populares y prueba de ello es que a Alberto Núñez Feijóo se le esfumó la ocasión de alcanzar La Moncloa el verano pasado.

 

El tirar la piedra y esconder la mano, el flirtear con la violencia, o la paraviolencia, es el cuño de Vox. Y a medida que la ultraderecha pierda posiciones (en las últimas elecciones generales descendió en votos y escaños) más agitará estas prácticas para contener (piensan ellos) la caída y aminorar el distanciamiento que se detecta en los sondeos a favor del PP. Pero el discurso es el que es: supera el ‘trumpismo’ y contagia a la organización de Feijóo. Es un peligro para la democracia. Y el PP no se desmarca. No hay pegamento que una más al PSOE, Sumar y el resto de socios parlamentarios que el rechazo tajante a Vox. Un factor que no causa entusiasmo por la alianza pero sí la enérgica condena para seguir articulando un pacto que tendrá que superar mil obstáculos pero que continuará aunque sea a trancas y barrancas.

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