Para cada uno la Navidad puede tener distintos significados: Para los creyentes cristianos, es algo más que celebrar un cumpleaños más del nacimiento de Jesús, sino para recuperar el sentido profundo de lo que significó y significa su venida y lo que nos transmitió para que lo llevemos a la práctica.
Para otros, tiene más bien un sentido comercial, como lo son también tantas otras cosas importantes en la vida, tanto individual como colectiva que se celebran; como el día del padre, de la madre, de los enamorados, etcétera, pero esto ya depende de cada cultura y más aún, de nuestras propias elecciones, en cuanto al valor que para cada uno son cada uno de ésos días y acontecimientos; si son algo puntual y que toca recordar, o es un impulso y un momento importante para profundizar en sus significados, para cuidarlos y para mejorarlos.
Aún así, e independientemente de las ideologías religiosas incluso sin tenerlas en cuenta, hay algo que nos contagia, que va más allá de lo arriba mencionado, en cuanto a la “bulla” y los “adornos”:
Son los sentimientos de paz, más aún con todo lo que estamos viviendo en tantas partes del mundo.
Sentimientos de solidaridad, dejando de pensar tanto en “lo mío” para pensar en lo de “todos” especialmente teniendo más presentes a los que lo están pasando francamente mal, en todos los sentidos.
Sentimientos también de cercanía, que traspase estas fiestas y sean algo más reales y frecuentes, como es el cuidado de la familia, especialmente de nuestros mayores.
Sentimientos de arrepentimiento y de perdón; y en esto, seguramente todos tenemos motivos para pedirlos y seguramente también, para que nos los pidan.
Sentimientos de verdadero rechazo a todo tipo de violencias, de injusticias de pisoteos a la dignidad humana y a sus derechos. Por lo tanto, sentimientos de empatía y de compromiso real de todas las Instituciones para erradicar todo lo que desgraciadamente todavía sigue ocurriendo, sin apenas avances, porque se pierde un tiempo precioso y fundamental en discusiones absurdas entre los que tienen la gran responsabilidad de acabar con esto, aunque es labor de toda la sociedad.
Por eso, para que no sean “sentimientos efímeros” ni “adornos” que simplemente recojamos y guardemos en cajas, hasta las próximas fiestas, hagamos lo posible para que no se apague el espíritu de la Navidad, porque las realidades dolorosas de nuestro mundo siguen ahí y seguirán si no hacemos nada, si no nos esforzamos por cambiar, primero cada uno de nosotros y para intentar que otros muchos compartan ése empeño de hacer un mundo mejor para todos.
Con todos mis mejores deseos, para estas Fiestas Navideñas (que no sean otras más sin ningún cambio) y para el próximo año 2024, que será mejor en la medida en la que todos nos esforcemos para que lo sea, sin exclusiones de ningún tipo.
¡Feliz Navidad y Año Nuevo 2024!





























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