La reconversión que vive el sector del periodismo es brutal. En realidad, la pandemia ha acelerado las cosas y la necesidad de actuar por parte de los modelos de negocio (llamémosle) tradicionales. Así las cosas, la prensa en España ha interpuesto una demanda a Meta por competencia desleal. Meta es la empresa matriz de Facebook e Instagram; vamos, el rey del mambo. La acción judicial la lidera la Asociación de Medios de Información (AMI) y están los diarios estatales y regionales metidos en la faena. Al otro lado, como demandado, estará Mark Zuckerberg, que preside la compañía Meta y, desde luego, es multimillonario.
El desenlace judicial está por ver. Unos, la prensa, alegarán una competencia desleal por parte de las redes sociales en cuanto que juegan con ventaja por aquello de atesorar los datos personales de los usuarios lo que les permite, en última instancia, ofrecer publicidad concreta y destinada a sus gustos específicos. De ahí, que la mayor porción de tarta del reparto de la publicidad haya virado de los periódicos a las redes sociales. Sopesan que el daño económico alcanza los 550 millones de euros, aquello que teóricamente han dejado de ingresar indebidamente desde 2018 a julio de 2023. Esta es la baza principal de la AMI en la demanda presentada en los juzgados de lo Mercantil de Madrid el 1 de diciembre.
Otros, es decir, Meta y Mark Zuckerberg, apelarán a que no tienen culpa de la reconvención forzada del negocio y que, por tanto, no vale poner impedimentos gremiales (digámoslo así) al simple cambio del modelo productivo espoleado por una digitalización imparable. La respuesta última que han tenido para sortear las prohibiciones comunitarias de jugar con los datos sensibles de los usuarios ha sido que aquellos que tengan perfil en Facebook, por ejemplo, paguen una cuota al mes si desean librarse de los anuncios.
La prensa masculla darle un buen mordisco a Mark Zuckerberg y, a la postre, asegurar su existencia con los años amén de medidas protectoras frente al elemento invasivo de las redes sociales. Meta expondrá que la reconversión nada tiene que ver con ellos y que simplemente se ciñen a ofrecer mejores perspectivas publicitarias a los anunciantes dadas las posibilidades inmensas de la digitalización. El fallo judicial cuando llegue tendrá sumo interés porque, más allá del daño económico reclamado, proceda o no, puede permitir un salvavidas a los periódicos o, por el contrario, certificar que ya no tiene vuelta atrás y han vencido las pantallas de los teléfonos móviles a las rotativas. En verdad, pueden existir mecanismos intermedios pero exige decisiones innovadoras por las cabeceras. Lo que está claro es que la estructura de costes de los medios de comunicación no pueden ser los de antaño. El horizonte de la digitalización es imponderable.
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