Combatir la violencia machista y construir una sociedad segura para las mujeres, sus hijas e hijos debe ser un objetivo prioritario, un objetivo grabado en la frente de cualquier gobierno, con un poco de dignidad. El impulso de medidas de protección integral contra esa violencia que es negada en muchos casos, por quienes tendrían que protegerlas, los negacionistas de la existencia de la Violencia de Género, aquellos que han asaltado el poder, con soflamas populistas negando la mayor. Todas las medidas tomadas por gobiernos progresistas supuso la movilización y puesta en marcha de una gran cantidad de recursos públicos para combatir esta violencia que golpea a nuestra sociedad en cada asesinato y en cada una de las mujeres, sus hijos e hijas que viven con miedo y sin libertad.
No debemos parar nunca en la lucha contra la violencia machista, buscando siempre soluciones a la terrible realidad que nos golpea. Escuchando a las mujeres, a las organizaciones feministas, que conocen de primera mano la realidad y denunciado a aquellos que quieren ocultarla. Cercenando su derecho al libre desarrollo personal, negándoles las ayudas económicas públicas para su subsistencia, esta es otra manera de violencia que se ejerce desde las instituciones, copadas por la ultraderecha y su socio necesario el partido popular desde las elecciones locales y autonómicas.
Los hombres tenemos que reafirmarnos en un compromiso con el feminismo, con la lucha contra la violencia machista y con la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. “Solo una sociedad en la que las mujeres no sufran violencia por el solo hecho de ser mujeres puede ser considerada completamente libre y solo una democracia libre de violencia machista es una democracia plena”. Nuestra voluntad, debe ser un compromiso y su acción en esta lucha por la libertad y la seguridad de todas las mujeres” desde “la convicción de que luchamos por la más justa de las causas y nuestro compromiso es no dejar de avanzar hasta erradicar de nuestra sociedad la violencia machista. No puede haber libertad sin la igualdad de mujeres y hombres y porque una sociedad democrática no soporta que las mujeres vivan violentadas, amenazadas o con miedo”.
La democracia tiene una obligación moral, social, reparadora de esa violencia estructural que se ejerce contra las mujeres, sus hijas e hijos, la violencia de género deber seguir siendo una cuestión de Estado, que atañe a todos los partidos políticos. Es el momento de mejorar la coordinación de las diferentes administraciones, así como dotar con la financiación adecuada a las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, y a las organizaciones feministas”. Tenemos la obligación de garantizar la libertad sexual, para que el consentimiento de la mujer sea el aspecto fundamental sobre el que se configuran los delitos contra la libertad sexual.
Combatir la violencia sexual tiene que llevar aparejado un nuevo marco en el que las mujeres puedan mantener relaciones sexuales en condiciones de libertad, igualdad y seguridad. Tenemos que trabajar en un nuevo marco legislativo orientado a la abolición de la prostitución. La prostitución no es un problema de las mujeres, sino de calidad democrática. Ese negacionismo de la violencia de género que es animado desde la extrema derecha, es, la que nos conduce a una sociedad sin derechos, sin libertad, de retrocesos y de consecuencias desconocidas en la libertad de nuestra sociedad, pero sobre todo en la libertad de todas ellas.., desde la acera de enfrente.
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