Jerónimo Saavedra fue un político de la Segunda Restauración borbónica. Un equivalente a lo que fue el teldense Fernando León y Castillo durante los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII. El de Vegueta lo fue todo: diputado canario, representante en el Congreso de los Diputados, senador, dos veces ministro, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y diputado del Común. Aunque antes había sido pieza esencial en la construcción de la autonomía canaria. No se puede entender el autogobierno en las islas, sin su aportación tanto como dirigente político como mandamás del PSOE en el archipiélago. Y aquel PSOE era mucho PSOE.
Hombre culto y de una enorme capacidad empática, la muerte del dictador le llegó vitalmente tarde, ya adulto. El franquismo le robó una parte importante de su vida, tanto en el plano de las libertades ideológicas como en el de los afectos y su orientación sexual. De hecho, dentro de las filas del partido él confesó que también sufrió actitudes homofóbicas; el ‘machismo-leninismo’.
Se opuso a la renuncia del PSOE al marxismo en el XXVIII Congreso de 1979. Lo que, a buen seguro, hizo que Felipe González (que era menor que él) no contase con Saavedra como ministro hasta la última legislatura del ‘felipismo’. Entre 1993 y 1996, cuando el ‘felipismo’ agonizaba y José María Aznar arremetía a diario contra el PSOE, fue, primero, ministro de Administraciones Públicas y, después, de Educación y Ciencia.
Saavedra fue un librepensador, con todo lo que ello comporta. Nunca se calló para ejercer la crítica; aun hacia su organización, fuese en las islas o en Madrid, lo que daba titulares jugosos a los periodistas y quebraderos de cabeza al líder de turno que, lógicamente, ya no era el de Vegueta. Era la forja de su trayectoria.
Nació en las últimas jornadas de la Segunda República y se educó en una familia con posibles, respondiendo a un arquetipo de origen burgués, lo que probablemente influyó para que en su marco ideológico no cupiesen las referencias al pueblo canario y a la nación canaria. Pensemos que PCU y UPC, emergentes en la Transición, fueron fenómenos populares.
Luego vino 1993. Un año determinante para el sistema de partidos en Canarias. Saavedra fue desalojado fruto de una moción de censura que agrupó a diferentes sensibilidades políticas, emanadas (con mayor o menor entusiasmo) desde el nacionalismo. Aquello interrumpió su segunda etapa como jefe del Ejecutivo (1991-1993). Figura clave de la historia política canaria de la segunda mitad del siglo XX e inicios de este. Descanse en paz.
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