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¿Investidura o 'embestidas' contra la democracia?

OLGA RIVERO SANTANA 8 Viernes, 10 de Noviembre de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Viernes, 10 de Noviembre de 2023 a las 19:25:53 horas

He de confesar que cada vez entiendo menos el “concepto de democracia” que tienen y que defienden algunos políticos de nuestro país.

 

Todos sabemos de dónde venimos; lo que vivimos en España y lo que costó logar el entendimiento y la convivencia en paz, desde el respeto a la diversidad y a las leyes, que son las garantes para que esto se dé.

 

Tras una terrible y dolorosa Guerra Civil, y después una dramática Dictadura, se pudo lograr restablecer la Democracia, con el esfuerzo y el acuerdo (nada fácil) de todos los partidos de entonces (algunos que estaban ilegalizados, se legalizaron), los cuales sí tuvieron altura de miras, dejando a un lado sus diferencias y sus propios intereses personales o partidistas, por y para recuperar y garantizar los derechos fundamentales del pueblo.

 

Se logra una Constitución (la del 78), votada y aceptada por la mayoría de los ciudadanos, cuya forma era y es la Monarquía Parlamentaria, y donde la soberanía reside en el Pueblo, por eso votamos y elegimos a nuestros representantes.

 

El reconocimiento de las Comunidades Autónomas (con sus singularidades propias) regidas por sus estatutos, y con ello, la solidaridad entre las mismas, donde no debe haber ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, aunque hay mucho que mejorar en este sentido.

 

La separación de Poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que garantizan que todos somos iguales ante la Ley y en la que cada uno de ellos, tiene una misión fundamental específica para que la Democracia sea real y garante de los derechos fundamentales de cada ciudadano, independientemente de la Comunidad a la que pertenece. En este sentido, todos estamos igualmente sometidos a las leyes (da igual que seas un ciudadano de a pie o estés en la política).

 

Otra cosa es ver como cada vez, esos votos “no cuentan”; se dejan a un lado y al final hacen “sus arreglos y pactos”, (mirándose únicamente a sí mismos y a sus ambiciones personales o de partido) aún traicionando lo votado.

 

Se “manipula” y se “adapta” la Constitución (que es de todos) en beneficio de unos pocos, por intereses rastreros y partidistas (estar y perpetuarse en el poder); prácticamente se “desbaratan” todos los principios que en ella se recogen, se interfieren en los otros poderes: Legislativo y Judicial, con lo cual el Ejecutivo es como una especie de poder absolutista, que dicta a su antojo las normas, siempre enfocadas a su propio interés.

 

¡Qué difícil lo tenemos a la hora de educar a la infancia, a nuestros jóvenes y en general a la sociedad entera, cuando por un lado intentamos inculcarles todos éstos valores de respeto, igualdad, responsabilidad y coherencia con lo que decimos y luego hacemos, viendo como están actuando la casta política “usando” nuestra Constitución, la de todos (con todo lo que se pueda y/o se deba mejorar en ella, igualmente desde el consenso y la aprobación conjunta de la ciudadanía).

 

Con verdadero dolor y desconcierto hemos ido viendo que ya “todo vale”: donde dije digo, digo diego, lo de ¡nunca! y/o ¡jamás!, también son ya simple “frases” vacías de contenido.

 

La “doble moralidad” y la “doble vara de medir” que tienen algunos de los que se llaman nuestros representantes (se les olvida que lo son porque les votamos con un programa y unos compromisos concretos), es ya ¡repugnante!

 

Los “delitos” serán o no, dependiendo de quiénes los comentan y si están dentro del “grupito privilegiado de la política” a los que se les ha ido y se les seguirán “adaptando” o directamente “eliminando” las leyes, que les puedan “afectar”.

 

¿Qué nos queda a la ciudadanía? Pues, en primer lugar: no caer en sus trampas y no enfrentarnos ¡nunca! entre nosotros (no olvidemos, por favor, lo ya vivido en este país), en segundo lugar, manifestarnos pacíficamente, rechazando todas sus troperías, y en tercer  lugar, no dar cabida ¡nunca, a los extremistas! que no van a manifestarse por y para defender la democracia, sino que van y están para todo lo contrario, enfrentar, dividir y generar violencia porque sí.

 

Aquí, mi rechazo total a estos y mi denuncia al “silencio” cobarde de una parte de la clase política, por no salirles al paso, condenando y rechazando sin ningún paliativo, estas conductas o lo hacen porque se les recrimina esa actitud. En esto, tienen también un papel fundamental la prensa (en todos sus formatos), pues no deberían darles cobertura y poner el acento en ellos, sino en el pueblo y sus manifestaciones pacíficas.

 

No sigamos “embistiendo” a nuestra Democracia, por eso vuelvo a apelar y hacer una llamada a la responsabilidad de los verdaderos demócratas (políticos y ciudadanos, profesionales de la prensa…), para que lo que estamos viviendo no vaya aún a peor, sino que encontremos las vías que nuestra democracia ya tiene para resolver los problemas entre todos.

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