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Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 29 de Septiembre de 2025 a las 23:31:19 horas

Solicitó a los políticos que logren una solución para el inacabado Palacio de la Cultura

Pedro Hernández pide a los vecinos que reclamen una participación ciudadana efectiva y se sacudan el miedo a quejarse

El periodista y vecino de Los Llanos abrió en la noche de este viernes los festejos de San Gregorio con un pregón cargado de recuerdos

TELDEACTUALIDAD/Telde Viernes, 10 de Noviembre de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Viernes, 10 de Noviembre de 2023 a las 20:34:52 horas

El periodista y vecino de Los Llanos, Pedro Hernández, abrió en la noche de este viernes las fiestas de San Gregorio 2023 con un pregón cargado de recuerdos de infancia y juventud, pero también reivindicativo al pedir a los políticos que solucionen el problema del inacabado Palacio de la Cultura. También solicitó a los vecinos que dejen de lado el miedo a quejarse y reclamen una  participación ciudadana efectiva en temas como las inversiones para “que no sueñen otros por nosotros el barrio que deseamos”. TELDEACTUALIDAD avanza reportajes graficos del inicio de las fiestas y el texto íntegro del pregón.

 

Pasacalle anunciador de papahuevos

El inicio de los festejos tuvo lugar en una abarrotada plaza de Los Llanos tras la celebración de un pasacalle anunciador que partió desde el parque Franchy y Roca acompañados de papahuevos y la Banda Isleña. Y por primera vez en la historia, la imagen del santo se asomó al pórtico del templo neoclásico para presenciar el pistoletazo de salida de los fastos en su honor, que contó con la presencia del alcalde, Juan Antonio Peña, y de una amplia representación de la Corporación, de la sociedad teldense y de vecinos de este enclave.

 

Recorrido imaginario por el barrio del pregonero
Durante su intervención, el pregonero defendió el uso del nombre de Los Llanos para el barrio y realizó un paseo imaginario por las calles y rincones de este núcleo teldense, para así conocer el otro o los otros Los Llanos, el de las zonas más alejadas de la zona comercial.


Explicó que en este barrio hay 149 lugares con nombre, entre calles, callejones, plazas y paseos, en los que viven 13.860 personas, lo que lo convierte en el núcleo con más habitantes del casco. 

 

Asimismo, Hernández tiró de sus recuerdos de infancia en el barrio, aquel de las casas terreras y modestas, con las puertas entreabiertas y donde las visitas solo tenían que tocar y entraban directas a la cocina, “la gran sala de usos múltiples”. También rememoró cómo hacían un campo de fútbol con cuatro piedras, o el juego del boliche, el escondite o el de polícias y ladrones. 


“No sé si éramos felices, alegres, seguro. Venimos de familias humildes y trabajadoras, de clase media baja o media media y estábamos acostumbrados a que no necesitábamos muchas cosas para entretenernos. No obstante, evocar el pasado siempre tiene trampa, porque nos acordarnos más de lo bueno que de lo malo”, apuntó. Porque si jugaban en la calle era porque no había ni parques infantiles, ni canchas deportivas, ni espacios públicos a donde ir. 

 

En su repaso de recuerdos, el pregonero explicó que cuando fueron creciendo cambiaron las calles por el parque León y Joven, hoy Franchy Roca, la plaza del mercado viejo, la de San Gregorio, La Fraternidad, además de las boleras y también los cines, cuando el barrio llegó a tener siete salas. Sobre estos espacios lamentó el penoso final y se lamentó sobre la posibilidad de que “no volvamos a ver un cine abierto jamás”.

 

En este sentido, recordó que “el fiasco, por no decir indignación” del Palacio de la Cultura y las Artes, “le dieron la puntilla a una idea que más de dos décadas después demuestra que para las grandes obras es imprescindible el consenso político y ciudadano para evitar estos desastres”. Y por ello confió en que esta Corporación no siga la costumbre de las anteriores, “que en los últimos 20 años han dado de lado al problema con el 'que apenque el que venga después' o igual esperando un milagro de nuestro santo. Si el Ayuntamiento no tiene medios ni competencias, ya es hora para que sean todos los partidos los que se muevan en las instituciones y logren una solución”, abogó.

 

Y con su vena crítica de periodista, apuntó que al Ayuntamiento, gobierne quien gobierne, no se le debe ver como uno enemigo, “aunque a veces lo parezca cuando toma decisiones que no entendemos o no nos gustan”. Por ello insistió en que los vecinos se sacudan el miedo a expresar sus quejas y reclamen una  participación ciudadana efectiva en temas como las inversiones en el barrio, en los presupuestos que les destinan y “así no soñar o que sueñen otros por nosotros con el barrio que deseamos, sino ser promotores activos del que queremos vivir ahora y más adelante”.

 

Insistió en “que nuestra voz no se escuche cada cuatro años, entre elecciones y elecciones, o que nuestra opinión no se limite a consultarnos qué alegoría nos gustaría para el carnaval o temas menores, que está bonito el detalle, pero es muy, muy insuficiente”.

 

Por último, el pregonero recordó cómo se vivían antiguamente las fiestas de San Gregorio, pero que en los últimos años “hemos visto palidecer hasta convertirse en festejos irrelevantes y decepcionantes, un motivo más de enfado que de alegría”.

 

Izado de la bandera

Tras concluir el pregón con vivas a San Gregorio, a Telde y a las fiestas, tuvo lugar el izado de la bandera de San Gregorio al son del himno de Telde interpretado por Heriberto Zerpa, el Coro Amati y la Banda Municipal de Música de Telde. La bandera fue portada por pregoneros pretéritos, entre ellos Mónica Muñoz, Gonzalo Suárez y Alberto Alejandro en un un acto que se recupera en la ciudad después de medio siglo. En el momento en el que la bandera llegó a lo más alto del mástil, rehabilitado recientemente, se procedió al encendido de la cúpula de la iglesia, con unos focos que alberga el templo, instalados en la década de los 2000, que nunca se han puesto en marcha. 

 

También se encendieron las luminarias de las hileras instaladas en la propia plaza, las vidrieras de la fachada de la iglesia y las correspondientes a las calles Juan Diego de la Fuente, Ruiz, Rivero Bethencourt, Avenida de la Constitución, María Encarnación Navarro y Parque Franchy Roca, una labor en la que ha estado al frente Alumbrado, que dirige Juan Francisco Artiles. 

 

Festival Folclórico de la AF Cendro y exposición fotográfica

A continuación, la plaza acoge el XII Festival Folclórico de la AF Centro con la participación del cuerpo de baile Salitre del Faycán. Por otro lado, a las 21.00 horas se inaugura la XI muestra fotográfica del colectivo Enfoques con la exposición Rostros en la sede del Círculo Cultural de Telde. Y a partir de las 23.00 horas actuará el teldense Kalobo y Dj Promaster en las Ramblas de Pedro Lezcano Montalvo. 

 

Apertura de los cochitos desde este viernes 

Desde esta misma tarde, el recinto ferial de las Ramblas Pedro Lezcano se abrió al público y los cochitos instalados se pusieron en marcha. Se podrá disfrutar de las atracciones todos los días hasta el próximo 19 de noviembre. Además, el espacio acogerá durante estos días actuaciones musicales, la muestra de ganado y la actuación de Henry Méndez, entre otros actos.

 

Reportaje gráfico II (Antonio Alí)

 

Pregón de las fiestas de San Gregorio Taumaturgo 2023

¡Buenas noches!

Gracias por dejar la comodidad de sus casas para asistir a los actos que inauguran esta noche las fiestas patronales de San Gregorio Taumaturgo, patrón de los Llanos de Jaraquemada, San Gregorio, Los Llanos de San Gregorio o Los Llanos, como queramos llamarlo. Pero quizás debamos defender el uso del nombre de Los Llanos y  recordar que, además de teldenses, somos llanenses. Aunque lo de llanos no es del todo cierto, porque liso no es precisamente nuestro barrio, con unas cuestas que cuando hace calor o cargamos bolsas de la compra, no dan fe de su nombre. 


Les propongo un paseo sosegado, sin tener que levantarse de sus sillas, por el pasado cercano y nuestro presente, ya que el futuro siempre queda lejos. Durante este trayecto imaginario conoceremos el otro o los otros Los Llanos, el de las calles más alejadas de la zona comercial -la más afamada dentro y fuera de Telde- si bien lo de alejado en nuestro casco urbano es un decir… Visitaremos esas calles, que probablemente muchas de ellas solo conozcan sus nombres sus vecinos y los carteros, pero quienes vivimos en ellas tenemos también nuestro corazoncito y queremos que se nos preste más atención por el Ayuntamiento.


En Los Llanos, que forma parte del distrito casco junto a San Juan, San Francisco, El Contrapeso, Las Bachilleras y El Caracol, hay ni más ni menos que 149 lugares con nombre, entre calles, callejones, plazas y paseos, según los datos consultados en la web municipal de Telde. Además, en ellas vivimos 13.860 personas, según los datos de enero de 2022 del Instituto Nacional de Estadística, que convierten a Los Llanos en el barrio con más habitantes del casco. También apunta el INE que las calles de Los Llanos con más renta económica por hogar están situadas en las cercanías de la urbanización Picachos -35.432,18 euros-, las del entorno de Franchy Roca -30.028,31 euros- o los 29.179,52 euros de las calles del Cascajo, aunque también hay otras con un par de miles de euros menos que están en la misma zona que las anteriores.


En ese  listado de calles -solo nombraré unas pocas, no se preocupen- encontramos  algunas con nombres aborígenes como Guanariragua, Guadarteme o Guayres, de poetas teldenses como Fernando González, artistas, políticos, premios Nobel como Alexander Fleming, países americanos, casi todas en el Cascajo, personajes como el ingeniero teldense Juan León y Castillo, autor, entre otros grandes proyectos, del puerto de La Luz o el Faro de Maspalomas. O callejones como el de La Amargura o el de la Virtud,  de lugares lejanos como Oriente o simplemente con un único apellido, como Ruiz o Suárez. Sin embargo, más que sus nombres o su cantidad, lo más importante es su historia y las de sus moradores.


Los Llanos que recuerdo de niño y adolescente -ahora soy un pureta o boomer como nos llaman en la actualidad a quienes nacimos en la época del gran crecimiento demográfico en España- es el de las casas terreras, cada vez menos porque se impone la construcción más vertical. Unas casas modestas, con sus azoteas con líneas donde se tendía y aún se tiende la ropa para secarla al sol; con puertas de la calle entreabiertas gracias al gancho o aldaba y donde las visitas solo tenían que tocar y una vez identificado su cloquío, entraban directas a la cocina, la gran sala de usos múltiples de la casa. Allí, además de prepararse la comida de la familia, también hacía de comedor y de sala para la cháchara en torno a una taza de café. Unas viviendas donde se solían ver macetas y jarrones con flores ornamentales, como calas, claveles, anturios o azucenas, y también algunas jaulas con pájaros canarios. Arriba, en la azotea, la vegetación era de yerhabuerto, perejil o cilantro y había dos tipos de animales: los de compañía, vamos, las mascotas de toda la vida, sobre todo perros, y los animales digamos de caldero -conejos, gallinas, palomas-, cuyo trágico destino era terminar en nuestros estómagos.


Fuera de casa, los niños estábamos en la calle hasta que oíamos dos órdenes de nuestras madres de obligado cumplimiento: "A merendar" y "para casa" cuando oscurecía o era turno de hacer los deberes escolares. O la más temida y fastidiosa, la de los mandados: “Vete a comprar tal o cual cosa, que se me olvidó...”   


Montábamos un campo de fútbol con cuatro piedras, dos por cada portería, con una pelota o botella de plástico para jugar partidos por equipos o el rebumbio, el todo contra todos, el caos hecho juego. También al boliche, un juego que se practicaba con un agujero en la tierra y donde se lanzaba los boliches contra los de los demás para desplazarlos, con el cálculo de unas medidas que se saltaban el sistema métrico decimal y el inglés: media, cuarta, pata y gua. Las niñas, aunque salían menos, estaban con su muñecas hartándolas a tacitas de café imaginario o peinándolas, y se entretenían también saltando a la soga o comba y jugando al teje. 


Participábamos ellas y nosotros en juegos comunes. El escondite o policías y ladrones, normalmente en invierno porque oscurece antes y como muchas de nuestras calles tenían como iluminación un bombillo y las más afortunadas, una pequeña farola, era más fácil esconderse y que no te vieran. Los juegos más practicados eran calambre, al que se coge se queda, en los que corríamos como posesos para que no nos pillaran, el pañuelo, caravana o el briley, en el que te arriesgabas a recibir tremendo pelotazo si no te habías alejado suficiente de quien lanzaba la bola. Sin olvidarnos del yo-yo o el trompo y otros ya olvidados.


No sé si éramos felices, alegres, seguro. Venimos de familias humildes y trabajadoras, de clase media baja o media media y estábamos acostumbrados a que no necesitábamos muchas cosas para entretenernos. No obstante, evocar el pasado siempre tiene trampa, porque nos acordarnos más de lo bueno que de lo malo. Como tenemos la calle Cervantes al lado, la que baja la Fraternidad, menciono una frase de su Don Quijote en su discurso a los cabreros: "Cualquier tiempo pasado fue mejor, donde no había ni tuyo ni mío, sino nuestro". Pero el recuerdo de estos tiempos pasados, por entrañables que nos parezcan ahora, no tapa los problemas de antaño. Vamos, no teníamos un mundo tan guay con el de los personajes de la entonces famosa serie La casa de la pradera.


Y es que si jugábamos en las calles es porque no teníamos ni parques infantiles ni canchas deportivas ni espacios públicos adonde ir. Es cierto que en el parque León y Joven había remos para entretenernos, pero poquito más. Más de 50 años después, se ha mejorado la situación, pero seguimos sin un polideportivo hasta que algún día abra el de La Barranquera. Es justo recordar que en la CONS, en la calle Juan Diego de la Fuente, la calle de la oficina de Empleo, se practicaba boxeo, lucha canaria, fútbol, había pelea de gallos o clases de instrumentos de cuerda, entre otras actividades sin estar en la calle. Tampoco estamos ahora muy sobrados de espacios socioculturales y quizás sería una buena oportunidad que alguna dependencia de la oficina de Empleo, que se trasladará a San Juan, se habilite para ello. De momento, me han comentado que el Club de Ajedrez Los Llanos tendrá su sede allí. Algo es algo...


Cuando fuimos creciendo, cambiamos las calles por el parque León y Joven,  hoy Franchy Roca, la plaza del mercado viejo -la actual Casa de la Juventud- y la anexa plaza de doña Rafaela. También en la de San Gregorio, más llena en los días de baile en La Fraternidad, donde cuando en otros municipios empezaban sus fiestas el viernes o el sábado, en este edificio ahora sin vida, se organizaban bailes los jueves. Ellas entraban gratis, los chicos teníamos varias opciones para acceder: ser hijo de socio, comprar la entrada o acechar a quienes salían y se las pedíamos. Ya dentro, música de discoteca y cuando querían que nos fuéramos ponían música española, de copla y flamenco, entre otros estilos. Alternábamos la Frater con el Casino los fines de semana, una noche aquí y otra abajo o cuando éramos más talluditos se iba a la discoteca Old Car o a los pubs que se abrieron en los 80 y que fueron desapareciendo, entre otros motivos, cuando las ganas de fiesta chocaron contra el derecho al descanso de los vecinos de las calles donde estaban instalados.


Un recuerdo también para lo que llamábamos pomposamente boleras, ya que precisamente no tenían pistas de bolos. Los futbolines, alguna mesa de billar y sobre todo, las máquinas de juegos de bolas nos valían para pasarnos allí alguna que otra tarde del fin de semana.


Y por supuesto, los cines. Los Llanos llegó a tener siete salas funcionando en la misma época, seis de carácter privado y la que se conocía como Cine del Cura, donde en este último veíamos películas en blanco y negro de Charlot, el Gordo y el Flaco, entre otras. Arauz, Atlanty o Atlántico, Capri, Cervantes, Cinema Telde y Silva Cinema solo permanecen en el recuerdo, la mayoría de los edificios que los albergaban son ahora otra cosa: un banco, una discoteca, edificios de pisos, aunque el que peor parado salió fue el Capri, que estaba al lado de la antigua Unelco. Ni rastro de él: demolido y ahora son aparcamientos. Solo el  cine Arauz conserva algo de su alma, con un proyector expuesto en una esquina de la que fue su entrada.


Las películas, además de entretenernos, fueron reflejando los cambios en la sociedad. De las españolas o españoladas con Alfredo Landa y José Luis López Vázquez, las musicales de Concha y Velasco y Manolo Escobar o las de humor de Cantinflas, entre otras, llegaron las del destape con la vuelta de la democracia, las películas de artes marciales, las de superhéroes o la guerra de las galaxias, ahora Star Wars y de acción, por nombrar algunos géneros.


Seguro que muchos de ustedes también se acordarán de los descansos en las películas, que obedecía según nos decían, al cambio de rollo. Una parada que sin aviso te cortaba la película estuviera en la escena que estuviera, sin contemplaciones. Me acuerdo sobre todo de las del  Oeste, en aquellas donde un fleje de indios lanzaban flechas a una diligencia mientras el conductor forzaba a los caballos a ir más de prisa, su acompañante disparaba con su fusil Winchester de repetición y las damas del vehículo estaban desaladas ante tanto piel roja… De pronto, se quedaba la pantalla en blanco, se encendían las luces y sonaba la música: era el descanso, que aprovechábamos para ir al mostrador a comprar los refrescos baya baya, Nix o el mítico Clipper de fresa, judías, chicles bazooka  regaliz, caramelos de nata La Vaquita, entre otras golosinas. Volvíamos para ver lo que llamábamos la segunda parte  para saber qué había pasado con la diligencia, si había aparecido con el sonido de su cornetín la caballería del ejército yanqui haciendo huir a los indios y trasladar sanos y salvos a los pasajeros al fuerte o la ciudad más próxima. 


Teníamos, además, dos fechas marcadas en el calendario y no porque se organizaran festivales de cine ni nada por el estilo. El Día de Reyes y el  Jueves Santo. En la primera fecha, íbamos, en mi caso y en el de mis amigos y  vecinos, al cine Arauz, con nuestros sombreros de vaquero, nuestras pistolas de misto y las niñas con sus juguetes. Lo de menos eran las películas que ponían, porque montábamos tremenda carajera con el sonido del misto y los gritos en algunas escenas. Allí vimos King Kong en blanco y negro,  El libro de la selva, Peter Pan o la llorosa Bambi, sobre todo cuando matan a la madre de aquel cervatillo con voz tan dulce…


En el Jueves Santo, la cartelera se repetía año tras año, salvo la sorpresilla de una película nueva. Veíamos Ben Hur, Los 10 mandamientos, La túnica sagrada, Jesús de Nazareth o  Quo vadis. Al día siguiente, soportábamos el día más aburrido del año para nosotros, el Viernes Santo, donde no podíamos correr, saltar, gritar.... El Sábado Santo teníamos algo de vidilla y el Domingo de Resurrección, otra vez a lo nuestro.


Poco a poco, como quien ve fallecer un ser querido, las salas desconectaron sus proyectores, apagaron la luces y pusieron el candado en sus puertas a finales de los años 80. Tuvimos que esperar hasta 2004 para que reaparecieran, esta vez como Multicines Telde. Fue todo un acontecimiento, siete salas con sonido dolby, que compartían espacio con una pizzería, un centro recreativo e incluso pubs en la zona alta. El baya baya o el Nix fueron sustituidos por refrescos de cola, las golosinas por paquetes de roscas de varios tamaños, y las películas ampliaron sus contenidos, desapareciendo las del Oeste o Kung Fu para dar paso a las adaptaciones al cine de videojuegos o historias gráficas y la renovación de los contenidos de siempre.


Pero la alegría no dura mucho en la casa del pobre y en 2011estas modernas salas también tuvieron un penoso final, un final sin beso y no parece que volvamos a verlos abiertos jamás. El fiasco, para no decir indignación, que ha supuesto que el Palacio de la Cultura y las Artes, también conocido como el Auditorio o menos finamente, el Mamotreto, y la eterna espera por la apertura de los aparcamientos subterráneos de Arnao, que van camino de tener categoría de excavación arqueológica como las tumbas de los faraones por su tardanza, le dieron la puntilla a una idea que más de dos décadas después demuestra que para las grandes obras es imprescindible el consenso político y ciudadano para evitar estos desastres.


Así, confiemos en que esta corporación no siga la costumbre de las anteriores, que en los últimos 20 años han dado de lado al problema con el 'que apenque el que venga después' o igual esperando un milagro de nuestro santo. Si el Ayuntamiento no tiene medios ni competencias, ya es hora para que sean todos los partidos los que se muevan en las instituciones y logren una solución. Si anuncian que la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona, que lleva casi un siglo parada, la van a acabar en 2026, aún podemos tener esperanzas. O, echando un poco de humor, contratamos al mago David Copperfield, famoso por sus ilusiones ópticas que hacen desaparecer edificios o monumentos al ojo humano, como la Estatua de la Libertad, y así al menos no lo tendríamos a nuestra vista hasta que sepamos qué hacer con él. Por ahora, las obras que se han realizado han sido parches muy caros que la han transformado más en una fortaleza inaccesible que en lugar para la cultura.


A nuestro Ayuntamiento, gobierne quien gobierne, no debemos verlo como nuestro enemigo, aunque a veces lo parezca cuando toma decisiones que no entendemos o no nos gustan. Como vecinos debemos sacudirnos el miedo que parece que tenemos a expresar nuestras quejas como si nos fueran a castigar. Debemos reclamar una participación ciudadana efectiva en temas como las inversiones en nuestro barrio, en los presupuestos que nos destinan y así no soñar o que sueñen otros por nosotros con el barrio que deseamos, sino ser promotores activos del que queremos vivir ahora y más adelante. Que nuestra voz no se escuche cada cuatro años, entre elecciones y elecciones, o que nuestra opinión no se limite a consultarnos que alegoría nos gustaría para el carnaval o temas menores, que está bonito el detalle, pero es muy, muy insuficiente.


Y por supuesto, ya acabo, en un pregón de San Gregorio Taumaturgo debemos recordar cómo vivimos sus fiestas patronales, nuestra gran fecha del año en el calendario, y lo que han supuesto para generaciones de residentes y visitantes del barrio, pero que en los últimos años, demasiados, hemos visto palidecer hasta convertirse en festejos irrelevantes y decepcionantes, un motivo más de enfado que de alegría. De ellas recuerdo y supongo que ustedes también que era el día de estrenar ropa  en la festividad del santo, el aroma de la manzana asada ensartada en un palito o el sabor del algodón de azúcar que comprábamos y los cucuruchos de castañas asadas, claro, un clásico de nuestras fiestas.


Sin olvidar tampoco los puntos de venta de turrones, señal inequívoca de que había fiesta cerca, donde disfrutábamos de desfiles de mojigangos, los gigantes y cabezudos en la Penísula, de los cochitos de fuego y otras atracciones, de las casetas con  escopetas de balines, las tómbolas donde había rifas mientras oíamos la cantinela, a veces insoportable, del animador alabando los premios que repartía. Las hamburguesas y perritos calientes tampoco faltaban, había actos en la plaza y donde ahora están los aparcamientos de la fallida plaza de Arnao, con chiringuitos con música dispar y a todo volumen, el punto de encuentro masivo en las fiestas. 


Hasta aquí, el pregón. Me gustaría antes de acabarlo, agradecer a mis hermanos, amigos y vecinos y al cronista oficial de Telde sus aportaciones para completar mis lagunas de memoria y conocimiento sobre Los Llanos . Y  también que me acompañen en entonar estos vivas: "Viva San Gregorio Taumaturgo", "Viva Telde" y "Vivan las fiestas".

 

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