Hace una década mal contada entró en crisis el sistema del 78: los escándalos de Juan Carlos I, la rotura del bipartidismo, las tensiones territoriales… En concreto, la proletarización de las clases medias que dejó como herencia la Gran Recesión de 2008 (y los años consecuentes de austeridad) y el ‘procés’ catalán son los dos factores decisivos que motivan la crisis sistémica de la arquitectura constitucional de la Transición. Que esto pueda enmendarse o no, es lo que está dirimiéndose; aunque la historia constitucional española demuestra que las restauraciones de la monarquía borbónica (y eso fue la Transición antes que nada) no son capaces de regenerarse a sí mismas.
Leonor jurará esta semana la Constitución en el Congreso de los Diputados al cumplir la mayoría de edad. Y el escenario institucional y político será diferente, muy diferente, al que tuvo su padre Felipe VI el 30 de enero de 1986. Por aquel entonces la lozanía del sistema del 78 era indiscutible, la cuestión territorial comenzaba a andar tras décadas de centralización producto de la dictadura, Felipe González disponía de una mayoría absoluta y el bipartidismo, por ende, era el mecanismo que fluía a la perfección en cuanto a la alternancia pacífica en el poder. Todo estaba en orden. No había crisis sistémica ni nada parecido en lontananza.
En la jura de 1986 no debatían las fuerzas parlamentarias principales si asistían o no a la ceremonia. Esto es porque, recalco, el bipartidismo concentraba el mayor número de escaños. Y la izquierda a la izquierda del PSOE (PCE/IU) no le había llegado el momento de disputarle la hegemonía a los socialistas en esta bancada, tal como sí ocurrió con Pablo Iglesias y Unidas Podemos entre 2015 y 2019.
Otrora estuvieron presentes el ‘lehendakari’ José Antonio Ardanza y el presidente catalán Jordi Pujol. Actualmente, al calor de los pactos para investir a Pedro Sánchez, tanto en el País Vasco como en Cataluña dos partidos pugnan por ser la primera fuerza y los cuatro los necesita el PSOE: PNV, EH Bildu, ERC y Junts. La plurinacionalidad asoma con pujanza y el PP, a su vez, no solo no tiene respuesta (ni quiere tenerla) a la misma sino que está atado a la extrema derecha de Vox.
El panorama de 1986, a todas luces, nada tiene que ver con el que políticamente se enfrenta Felipe VI y quizá Leonor tenga que arrostrar llegado el momento procesal oportuno. La Casa Real necesita más al PSOE que este a la dinastía borbónica. Y, a su modo, a Felipe VI le interesa que el tándem conformado por Pedro Sánchez y Yolanda Díaz funcione. Por algo Juan Carlos I se empeñó en tener buenísimas relaciones (demasiado, puede) con Felipe González, así como no logró evitar que afloraran sus desencuentros con José María Aznar. En 2023, todo esto, se ha complicado, y mucho.
Antonio Suarez | Martes, 31 de Octubre de 2023 a las 13:04:55 horas
Osea, que al Rey le interesa llevarse bien con los que se lo quieren cargar? Entonces con los que se tendría que llevar mal, según usted, es con los que defendemos la monarquía según su teoría.
Una curiosidad, si en un futuro en España hubiera una república, que dirían ustedes si los que no son republicanos trataran a las instituciones como lo están haciendo ahora mismo los impresentables que se declaran republicanos.
O usted cree que el boicot de hoy a la jura de la constitución por la próxima Reina de España, por mucho que les fastidie, es de recibo.
Son unos impresentables y mal educados.
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