Debe ser difícil tener que lidiar con las expectativas que se habían puesto en ti. Tener que demostrar cada día, que eras la persona idónea para traer un cambio, sin embargo, te tropiezas con la realidad de bruces y tienes que cambiar el guión. Ese afán desmedido por querer demostrar a quienes te auparon, por el simple hecho de padrinazgo, tropieza con la ligereza de argumentos, dejando a los propios descolocados.
Acusar a los otros de actos impropios, cuando fueron “los tuyos” quienes tendrían que enmendarse, por llevar amigrantes a una nave en Salinetas y que según sus palabras, queriendo acusar al Estado, empleaba términos como: oscurantista, mentiroso, inmovilista e imprevisor, además de otros dislates al Jefe del Ejecutivo.
Luego, dado el tiro en el pie, viene la estrategia de culpar a los otro, como medio de eludir las responsabilidades y el coste de los errores. Existen poderosas razones para culpar de nuestros males a los demás, el narcisismo suele ser una de ellas pero también en gran medida, ese sentimiento de inferioridad por el reconocimiento que no llega. Cuando no hay humildad, no se reconoce el error, se mata al mensajero, la inseguridad que anida en nuestro fuero interno impide, por el ego, tolerar la culpa propia y por ello la culpa es de los otros.
Desde hace mucho tiempo, sobre todo en política, es común observar como las personas tendemos a culpar a los otros, por nuestro propios errores y fracasos. Esa actitud y la búsqueda de chivos expiatorios ha permeado en diferentes ámbitos de nuestra vida cotidiana, desde el ámbito personal hasta el político. Es más fácil culpar a los otros en lugar de asumir responsabilidades de sus propias acciones y decisiones. Cuando se tiene mas bilis que ideas, sus consecuencias negativas, se pagan tanto a nivel personal como en las relaciones interpersonales.
Algunos analistas y estudiosos del comportamiento humano resalta que a veces, el hábito de echar responsabilidad a otros surge del miedo al fracaso y al juicio de los demás. Es más fácil culpar a otros para proteger nuestro ego y evitar enfrentar las críticas y el posible rechazo. Todo ello a la búsqueda de chivos expiatorios: Al culpar a otros, podemos sentirnos aliviados al encontrar un "culpable" externo que justifique nuestras propias acciones. Esta búsqueda de chivos expiatorios nos permite evadir la responsabilidad y nos da una sensación de control. También inciden en que al echar responsabilidad a otros, evitamos realizar una autocrítica honesta y objetiva.
No nos permitimos aprender de nuestros errores y crecer como individuos, ya que siempre encontramos a alguien más a quien culpar. En muchos casos, la tendencia de echar la culpa a los demás se ve exacerbada por el contexto social y político en el que vivimos. La polarización y la falta de diálogo constructivo fomentan la cultura de culpar a otros en lugar de buscar soluciones reales.
Para superar la tendencia de culpar a los demás, es fundamental cambiar nuestra mentalidad. Implica ser conscientes de nuestras acciones y decisiones, reconocer cuando hemos cometido un error y aprender a disculparnos y corregirlo. También es importante ser empáticos y comprensivos con los demás, reconociendo que todos somos imperfectos y cometemos errores. Se puede ser muy incisivo con otras instituciones, pero que eso no se utilice para ocultar nuestras limitaciones, nuestros errores, nuestros miedos y sobre todo nuestros fracasos.., desde la acera de enfrente.





























Roberto López | Lunes, 30 de Octubre de 2023 a las 08:47:38 horas
Pues nada don Gregorio, eso se soluciona dando un paso usted y todos los que, supuestamente, piensan como usted. Se van a la nave industrial y se cogen dos refugees de la manita y se los lleva cada uno para su casa y los tiene allí a mesa puesta el tiempo que haga falta hasta su integración social. ¿No va a haber en toda Gran Canaria un par de centenares de socialistas bienpensantes y súper progres dispuestos a esta menudencia? Seguro que si, hombre. Usted póngase a ello y ya verá como buscando aquí y allá y mirando bien debajo de las piedras de nuestros barrancos, además de algún lagarto, encuentra usted a los benefactores precisos..., ¿O tal vez no? Bueno, sea como sea, vaya de momento usted solo y llévese una parejita de senegaleses vigorosos, que alguna alegría la darán, digo yo.....
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