
Se cumplen 40 años del asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala a manos de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Fueron secuestrados en el País Vasco francés, torturados, matados y enterrados en cal viva. Pasaron por el tristemente célebre cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo, donde el general Enrique Rodríguez Galindo (tan aplaudido por Vox) hacía y deshacía en años turbios para la democracia. Lasa y Zabala fueron trasladados a Aguas de Busot (Alicante) donde fueron obligados a cavar su propia tumba, a continuación les pegaron unos tiros en la cabeza y fueron sepultados bajo cal viva.
Sus restos fueron hallados en 1985 con evidentes signos de torturas
pero fue en 1995 cuando se logró la identificación. Es uno de los episodios más oscuros de la Guardia Civil, la misma que unos años antes entró en el campus de la Universidad de La Laguna y asesinó al estudiante grancanario Javier Fernández Quesada. Veníamos de la dictadura y, a pesar de la aclamada Transición, los mandos de la Guardia Civil no se acostaron una noche siendo leales al régimen franquista y amanecieron a la jornada siguiente como pulcros demócratas. Es lo que tiene las transiciones (desiguales) de las dictaduras a las democracias, que no todo es tan bello y neutral como nos cacarearon. Sobre todo, cuando el franquismo irrumpió tras una Guerra Civil (1936-1939) producto de un golpe de Estado fallido y su dictadura duró casi cuatro décadas, nada más y nada menos.
Y sí, ETA cometió una barbarie injustificable. Condenable sin paliativos. Sin embargo, también hay que recordar el terrorismo de Estado. Los GAL actuaron a sus anchas porque elementos de la Guardia Civil le dieron cobijo logístico y a saber qué más. El general Enrique Rodríguez Galindo fue condenado, junto a otros, en 2000 por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala.
La temida Guardia Civil por los opositores al régimen franquista, fue luego mimada por el PSOE tras la arrolladora victoria del ‘felipismo’ en 1982. El golpe de Estado del 23F estaba aún muy fresco y el PSOE optó por la connivencia. La década de los ochenta fue la del ministro del Interior, José Barrionuevo, y la del secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, que dieron alas a los GAL. Todavía la colaboración francesa no había llegado y en tierras galas permanecía la creencia de que ETA era un movimiento político que luchaba contra el franquismo. Venida la democracia, no era así, pero la misma confusión que permitió a ETA desplazarse por la frontera para perpetrar crímenes fue la que amparó a los GAL. Lasa y Zabala fueron sus primeras víctimas mortales.


























Olga Maria Rivero Santana | Miércoles, 18 de Octubre de 2023 a las 14:59:41 horas
¡Éso es lo que siempre he defendido: la repulsa total a toda forma de violencia y terrorismo! La Memoria Histórica, tiene que "destapar", "condenar" y "reparar" todas éstas despreciables e injustificables acciones, vengan de donde vengan y no "taparlas", ni "blanquearlas" ¡Condena, sin paliativos! ¡Lamentable que lo único que se está haciendo, también con ésto, sea el "tú o aquellos" asesinaron más! ¡Desprecio, Igualmente, a unos y otros y la actitud "de medias tintas" que se sigue mostrando, por parte de muchos en este país con algo doloroso!
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