
Salvo que en las próximas horas se produzca una llamada del Obispado a Telde, el párroco recogerá sus bártulos, cerrará las puertas de la casa contigua a la Basílica y cruzará por última vez la plaza de San Juan dejando atrás al Cristo de Telde mientras desde la ventana del coche mirará y le asomará la emoción de una despedida contenida e injusta que solo aflora en los buenos corazones que arraigan con la verdad de Dios, de la palabra sentida que conecta con la grandeza de la vida.
Se han sumado centenares de firmas, se han trasladado feligreses desde la ciudad de los faycanes a la plaza de Santa Ana para rogarle e implorarle a José Mazuelos que reconsiderase la situación y dejase que José María Cabrera pudiera completar su ciclo sacerdotal junto al pueblo de Telde cuyo arrope recíproco se ha ganado a pulso desde 2009, cuando arribó entonces llegado desde Cardones (Arucas).
Sin embargo, el obispo lo ha negado. Mantiene el pulgar hacia abajo, desoyendo la petición y el clamor popular, al estilo de un emperador de la antigua Roma insuflado por la distorsión de la soberbia y el ego. Mazuelos no conoce la empatía. Mazuelos desdeña la compasión que invoca Telde. Mazuelos ignora el sentir isleño. No ha leído ‘Psicología del hombre canario’ de Manuel Alemán.
Y aquí es donde emerge la evidencia de un obispo que desembarcó en Canarias obligado, sin desearlo. Ostentando una responsabilidad que, si por él fuera, no cumpliría. Y eso se nota. Encima, lo hizo precedido por los auspicios del conflicto previo en Jerez de la Frontera que tuvo con los marianistas, ubicados en el ala progresista y desde la querencia al Concilio Vaticano II.
El obrar de Mazuelos en Canarias no casa con el mensaje de la renovación fraternal del papa Francisco. Los obispos no pueden actuar como príncipes ajenos a la realidad social a la que se deben. Y esto tiene que ser una de las tareas a acometer en la renovación que el papa Francisco lidera, a pesar de las múltiples resistencias internas y los grupos de poder que anidan en Roma. Decisiones como esta del obispo, por decreto ley, de ordeno y mando, aleja a la ciudadanía canaria de la Iglesia católica, de por sí inmersa en una crisis estructural de hondo calado. Ni una pizca de piedad ha mostrado Mazuelos, no ya por José María Cabrera, que también, sino por las y los teldenses que han arrojado sus empeños y esfuerzos por tratar de revertir la decisión del obispo. Esto con Ramón Echarren no hubiese ocurrido. Él sí entendía al pueblo canario.






















Jorge Benito | Jueves, 28 de Septiembre de 2023 a las 10:47:51 horas
En la Muy Ilustre y Señorial, vetusta Villa de Agüimes, estuvo de párroco don Miguel Lantigua, querido por todos los habitantes de esta Villa que fue durante CUATRO SIGLOS (400 años) feudo de la Cámara Episcopal.
Pero en Agüimes don Miguel quiso siempre pasar desapercibido.UN HOMBRE BUENO Y QUERIDO POR TODOS/AS
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