
Día histórico en el Congreso de los Diputados: por fin, se podrán usar todas las lenguas en el Estado español para expresarse y parlamentar. Lo que es raro es que hayamos tenido que esperar hasta 2023 para que esto sucediese. Han pasado cuatro décadas de democracia para que el catalán, el euskera y el gallego puedan ser empleados en la sede de la soberanía popular. Es un paso importante. El lenguaje empodera porque, a fin de cuentas, aumenta la autoestima de los pueblos.
Ha tenido que producirse la quiebra del bipartidismo para que los nacionalismos periféricos alcanzasen este objetivo sano y bienvenido. España es un Estado plurinacional. Y el nacionalismo español tiene un techo electoral. Se demostró el reciente 23J: PP y Vox no sumaron mayoría absoluta por sí solos. Lo que obliga a los populares a repensar si por esta vía tiene sentido que sigan: se han quedado aislados e hipotecados a la extrema derecha; la misma que reniega de la plurinacionalidad.
EH Bildu, ERC, PNV y BNG (así como la CUP cuando tenía representación la anterior legislatura) han sido protagonistas de la vida parlamentaria y, sin embargo, no han podido esgrimir las lenguas respectivas con esa normalidad con la que se usa el castellano. Ayer no pasó nada extraño. Las escandaleras que algunos han montado se desinflan sin más. Ni el PNV aspira a apoyar al PP. Y eso que los populares se cargaron a su jefe de filas, Pablo Casado, para traer de Galicia a Alberto Núñez Feijóo y no ha servido para nada. ¿Qué gana el PP con esta táctica de obviar la pluralidad? Están en un callejón sin salida. Primero, tienen que esperar a ver si hay elecciones en enero. Segundo, si fuese el caso, atestiguar si con la ultraderecha sumasen o no (otra vez) la cifra mágica de los 176 escaños. Feijóo está encorsetado, sin discurso propio. Y dentro del PP no saben qué hacer en cuanto a Vox porque les vale para gobernar en algunas comunidades autónomas y, por el contrario, en el poder central no les sirve como socio único. Mal pronóstico.
Ojalá las lenguas diversas en el Estado hubieran cobrado el protagonismo merecido en el Congreso de los Diputados mucho antes. Y eso que ahora se ha logrado porque las matemáticas imperan y el PSOE ha tenido que girar en su decisión previa que pasaba por ponerse de perfil ante este asunto. La realidad plurinacional se impone. Lo contrario, es la regresión democrática encarnada por Vox, aunque sea como escudero del PP.






















 
                                  
                                  
                                  
                              
Roberto López | Jueves, 21 de Septiembre de 2023 a las 16:00:40 horas
La grandeza de España siempre ha sido tener una lengua común: el castellano. Las lenguas de algunas comunidades autónomas siempre han sido y son instrumentos de división utilizados por los paletos nacionalistas para marcar diferencias e imponerlas a sangre y fuego en sus territorios, no para salvaguardarlas, sino para clasificar a sus habitantes en ciudadanos de 1ª o 2ª división, según las hablen o no. Esta es la pura realidad. De hecho, lenguas como el catalán se han cepillado otras como el balear o el valenciano, a las que han absorbido para mayor gloria del invento de los países catalanes, delirio imperialista catalanista históricamente infumable, como todo lo que huele a nacionalismo, que en España no es más un puñado de ideas de acreditados enfermos mentales (como el vasco Sabino Arana), horneadas por las nuevas élites localistas para su propio y particular beneficio. Ahora nos las imponen en la sede de la soberanía nacional, como una de las monedas de cambio para que el felón continúe de presidente otros 4 años y termine de cargarse nuestro Estado de Derecho y nuestra Monarquía Parlamentaria, que es lo que busca este tipo, en su ensoñación narcisista de una tercera república de la que se visiona como presidente y mandamás plenipotenciario. Estamos viviendo un golpe de Estado desde dentro, de momento sin ráfagas de metralleta. Y
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