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Opinión

El fervor del Cristo de Telde

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ 1 Miércoles, 13 de Septiembre de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Miércoles, 13 de Septiembre de 2023 a las 07:09:22 horas

La devoción inundó ayer la plaza de San Juan, la basílica. Una tradición y un acto de fe que arraiga a los teldenses con sus mayores, con esa creencia (tan personal, tan de cada uno) que se traslada de generación en generación. Lo que se vivió fue la comunión del pueblo con sus emociones y esperanza de vida. Porque la Bajada del Cristo de Telde, y su posterior ascenso, encarna la pasión de la vida y la muerte como transitar nuestro en el mundo. La convicción sostenida en el tiempo de superar los azares vitales en un proceso de maduración personal creciente en el que la fraternidad y el sentimiento encumbra una vida mejor para todos y, de paso, la edificación de la nuestra hasta ese momento en el que tengamos que afrontar la despedida.

 

La emoción reluciente en la Basílica de San Juan de las clases populares es el desahogo particular de lo que cada uno y cada casa conlleva todo el año. Esas peticiones, tan dispares, tan humanas, que afloran son las glorias y las penas de los que no tienen de todo y que en Telde, en su casco, como en sus barrios, donde sea, protagonizan la cotidianeidad de la cruz como símbolo espiritual de sobreponerse frente a las estrecheces o las adversidades materiales y de todo tipo.

 

El Cristo de Telde es del pueblo, y eso lo hace grande. Es de Gran Canaria. Y es para los teldenses la conexión con aquellos que vivieron antes que nosotros y que también pasearon por la plaza de San Juan en sus ciclos de vida. La solemnidad y belleza de un enclave que simboliza el pulso vital de la ciudad de los faycanes.

 

Esta Bajada de 2023 será la última de José María Cabrera como párroco. Le han encomendado otro destino. Una decisión del obispado inoportuna para alguien que ha estado entregado a la comunidad durante años. También en la Iglesia católica proliferan sus vicisitudes y cuitas internas; episodios menos claros. Cabrera podía haber seguido. Y ese era su deseo por mucho que, por obediencia, no lo declare públicamente. Recibe órdenes. La llegada y quehacer del nuevo sacerdote demostrará si el obispo ha acertado o se ha equivocado. Pero el cambio, a estas alturas, era innecesario. Televisión Canaria fue testigo de la pasión teldense de Cabrera, su rostro lo dijo todo. No hay nada más que añadir, aunque el obispado no lo haya considerado. Y la cadena pública retransmitió por primera vez, ojalá sea ya costumbre, un encuentro que ensalza el sentir del pueblo teldense.

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