
A nadie se le escapa que el PP en Canarias está nervioso. El resultado del 23J ha trastocado por completo las expectativas que aguardaban en el cuartel general de Génova y, por extensión, torna en precaria la situación de Manuel Domínguez y sus consejeros en el Gabinete de Fernando Clavijo. El exalcalde de Los Realejos no tiene la culpa, que tampoco es eso, la política es política, sino que es fruto de que el PP desde hace más de una década no ha querido entender la plurinacionalidad del Estado. De hecho, si no es por Cataluña y Euskadi, el 23J hubiera alcanzado mayoría absoluta las derechas.
Clavijo ya tiene lo que quería: ser investido. Le ocurrió lo mismo en 2015 cuando llegó a un acuerdo con el PSOE que, en realidad, tampoco deseaba. La sintonía entre el lagunero y Patricia Hernández era mínima. Y cualquier excusa valía para generar tiranteces; como aquellas a son de la gestión con querencia de servicio público en Sanidad por Jesús Morera y la petición de no gastar por Rosa Dávila, que entonces llevaba las cuentas autonómicas. Lograda la investidura, Clavijo ya se siente libre. Sucedió en 2015 y lo mismo ahora en 2023.
Si en Madrid el PP no llega a La Moncloa, Clavijo jugará a dos bandas. No hacerlo por su parte sería un síntoma de incapacidad política absoluta al no aprovechar a su favor el escenario estatal obrante. CC respaldaría a Pedro Sánchez y en las islas el PSOE haría algo similar. Eso no quiere decir que Clavijo destituya al popular Manuel Domínguez ya, pero sí (si se tercia) dentro de un año, pongamos por caso. Sin ir más lejos, Clavijo ya despachó a Patricia Hernández y a los consejeros socialistas en diciembre de 2016; en plenas fiestas navideñas, sin contemplaciones. Un año y medio duró, mal contado, aquella experiencia. Hoy puede proyectarse algo por el estilo.
Los millones son los millones. Las inversiones igual. Los números mandan. Y el grifo de Madrid lo necesita Canarias. No hay que darle más vueltas. Encima, para CC es ideal un tablero donde el PP y el PSOE tengan que competir entre sí. Esa es la esencia de la historia de éxito de CC desde 1993 a 2019. Una vez Clavijo es investido, sabe que no habrá moción de censura en su contra. Socialistas y populares no se van a poner de acuerdo en el archipiélago para dicha empresa si no acontece lo propio en Madrid. La mente de Manuel Domínguez debe ser una olla a presión por cada Consejo de Gobierno que comparte con Clavijo. Se quiera o no, las desconfianzas comienzan a aflorar. Es humano. Todos miran al Congreso de los Diputados y lo que acontezca en los próximos meses. Eso sí, Clavijo se lava las manos.





















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