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Miércoles, 19 de Noviembre de 2025

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Hace unos días le salvaron la vida

Dos empleadas de Parques y Jardines de Telde llevan 10 años atendiendo a un vecino que vivía casi en la indigencia

"Nos empeñamos en que fuera al hospital; si no, no habría escapado", afirman Luz Marina y Carmen

4 Domingo, 23 de Julio de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Domingo, 23 de Julio de 2023 a las 07:34:20 horas

«No queremos medallas, lo único que hemos hecho es no mirar para otro lado». No solo es eso, no solo no miraron para otro lado. Tampoco lo juzgaron ni lo rechazaron por su aspecto ni por su falta de aseo. Ni Luz Marina ni Carmen lo dicen, pero hay que decirlo. No todo el mundo atiende durante 10 años a una persona con la que no mantiene parentesco alguno, que ni siquiera vive en el mismo barrio y que, además, forma parte de esa sociedad invisible que casi nunca figura en las estadísticas, la de las personas que están o casi están en la indigencia. Por eso, pese a sus reticencias iniciales, estas dos trabajadoras de Parques y Jardines de Telde accedieron a contar su particular historia de amistad y solidaridad con un hombre al que, simplemente, no le ha ido bien en los últimos años.

 

Su altruismo ha sido callado y sin focos, llevado en la intimidad de este grupo de trabajadoras del servicio que se ponía de acuerdo para ayudar a este vecino, muy conocido, por cierto, en todo Los Llanos. Pero estos días esa conexión filantrópica tan discreta saltó a la luz después de que Luz Marina Afonso Falcón, Carmen Rodríguez Alemán y Elisenda Velázquez Rodríguez le salvaran prácticamente la vida, según se detalla en un reportaje de Canarias7 que firma Gaumet Florido.

 

Hacía días que no veían a José (nombre ficticio para proteger su imagen) y quedaron después del trabajo para averiguar dónde y cómo estaba. Fue el 10 de julio pasado. Intuían que algo pasaba y no iban mal encaminadas. Desde que el hermano con el que convivía se quitó la vida, José fue perdiendo energía poco a poco. «Apenas bajaba al parque y cuando lo hacía, se quedaba en la parte de arriba», reseña Carmen.

 

«Estamos seguras de que si no nos empeñamos en ir a buscarlo a la casa aquel día y mandarlo para el hospital, se nos habría muerto, no habría escapado», cuenta Luz Marina. «Estaba frío y tenía la tensión muy baja». Una de ellas, de hecho, Elisenda, se lesionó en aquella especie de operación rescate.

 

Una casa apuntalada y sin luz ni agua

Desde entonces está ingresado en un centro hospitalario, recuperándose. Y Servicios Sociales del Ayuntamiento ya ha trazado una hoja de ruta para sacarlo del pozo en el que estaba, malviviendo sin recursos y en una vivienda indigna para un ser humano, apuntalada, sucia hasta niveles insoportables, sin agua y sin luz. El plan, por lo que les han contado a ellas, pasa por ofrecerle un alojamiento alternativo mientras hacen una limpieza de choque en la casa.

 

Lo conocieron porque paraba siempre en el parque de San Gregorio, o de La Barranquera, como se le suele llamar. Allí se pasaba las mañanas y coincidía con ellas, destinadas al mantenimiento de ese recinto. A fuerza de verse, saludarse y hablarse, fueron trabando una amistad. «Se sienta en el parque y habla con nosotras, porque no tiene a nadie, o no mantiene relación con sus familiares», relata Luz Marina, que acumula 22 años en Parques y Jardines y lleva 8 formando parte del equipo que atiende el recinto de La Barranquera.

 

José tiene 64 años, está soltero, vive solo y no cuenta con ingresos de ningún tipo. «Iba siempre muy sucio y no olía bien, pero es una bellísima persona; por eso siempre digo que no nos podemos quedar solo con el aspecto y virar la cara cuando vemos a alguien así». No trabajaba pese a que tenía fama de muy buen soldador y comió durante años gracias al altruismo de Víctor Santana, el cocinero y dueño del restaurante La Pizza, en Telde, que dejaba comida en táperes en la puerta de su local para que se la llevaran con discreción las personas que la necesitaban. «Se llevaba siempre para él y para su hermano, con el que vivía y con el que tampoco tenía mucho roce». Residían en la casa de sus padres, fallecidos.

 

Un granito de corazón

«No soy Teresa de Calcuta, pero yo no podía sentarme a desayunar sabiendo que había una persona fuera que no tenía nada que comer». Así fue como Luz Marina y sus compañeras, y también Tomás Medina, otro empleado de Parques, decidieron empezar a traerle desayunos de casa. «Todos hemos puesto nuestro granito, no de arena, sino de corazón, como digo yo», se explica Luz Marina.

 

Lo invitaban al café de antes de empezar la jornada y los viernes siempre tocaba comida especial, para que le durara para el fin de semana. «Entre todos juntábamos un poquito y se la comprábamos en el asadero de pollos del barrio». Y para Navidad hacían por que tuviera una cena algo más propia de esas fiestas. «Pensábamos: si nosotros comemos de manera especial, él también», subraya Carmen. Incluso lo pelaban. Se organizaban fuera del horario de trabajo. Luz Marina lo rapaba y Carmen le lavaba la cabeza.

 

Ellas lo ayudaban, pero él, a cambio, les brindaba su compañía, sus bromas y su conversación. «Siempre ha sido una persona muy cariñosa, yo también le tengo cariño y hasta puedo decir que lo quiero», señala Luz Marina. «Nunca hemos tenido problemas con él». Hacía casi la jornada laboral con estas trabajadoras. Y en los inviernos en los que, por circunstancias, a Luz Marina le tocaba entrar sola a trabajar a primera hora, a las 7 de la mañana, aún de noche, allí estaba él para hacerle compañía y evitar dejarla sola.

 

Carmen destaca además su generosidad. «Lo poco que tenía te lo daba». Hubo un tiempo, no recuerdan durante cuánto, que estuvo cobrando la RAI (renta activa de inserción) y se empeñaba en comprarles el desayuno. «Nos venía con bocadillos de caballa y nosotras nos enfadábamos con él, porque sabíamos que no tenía, pero claro, lo hacía de corazón». En la última Navidad, sin ir más lejos, les dejó unas tarjetas de felicitación que metió bajo la puerta del cuarto del servicio de parques en La Barranquera.

 

No se explican por qué razón no percibe ningún tipo de ayuda. Una vez ellas estuvieron en un ERTE por circunstancias del servicio en Telde y como disponían de más tiempo, lo animaron y lo llevaron a la oficina del Inem a preguntar si tenía derecho a percibir algún tipo de ayuda. «Le dijimos que se vistiera bien, que tenía que dar buena imagen y lo llevamos», pero no hubo suerte. Primero, no las dejaron entrar con él. Y segundo, cuando le llegó la carta con la respuesta, le vino denegada.

 

Por eso aquel fatídico día, a pesar de que el ambiente en la casa era irrespirable, se arremangaron las camisas y ellas mismas sacaron a cuestas a José de su cama para llevarlo hasta la camilla de la ambulancia. Su disposición dejó atónitos a Sindo Álvarez y a Efrén Ascanio, los dos agentes de la Policía Local de Telde que acudieron a su llamada, a los que Luz Marina y Carmen quieren agradecer de forma expresa la humanidad que les mostraron.

 

Ahora les satisface saber que José está mejor y que parece que se van a ocupar de él. Pero por otra parte lo echan mucho de menos. «Vemos el banquito donde se sienta por la mañana y parece que el parque está vacío», apunta Carmen. Y Luz Marina no puede evitar emocionarse.

 

Fuente: Texto Gaumet Florido/C7-Fotos Arcadio Suárez/C7.

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