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Opinión/Primera Plana

Periodismo

Columna de Rafael Álvarez Gil

RAFAEL ÁLVAREZ 2 Miércoles, 19 de Julio de 2023 Tiempo de lectura: Actualizada Miércoles, 19 de Julio de 2023 a las 07:23:19 horas

A nadie se le escapa que el periodismo anda en horas bajas. O, mejor dicho, el modelo de negocio con todas las derivadas que conlleva. Por eso, pequeños detalles como el vivido el lunes en TVE, la pública, amén de Silvia Intxaurrondo, en el que la periodista le dijo en directo a Alberto Núñez Feijóo que los datos que estaba ofreciendo no eran ciertos, es un acto de heroicidad. No debería serlo, tendría que ser lo normal, pero es lo que hay.

 

Feijóo dijo algo que no ocurrió. La realidad es que el PP con Mariano Rajoy no revalorizó las pensiones acorde al IPC. El gallego insistió en la tesis aunque Silvia Intxaurrondo se lo refutara. Y el periodismo aplaude a una periodista que tan solo (y no es poco) hizo su trabajo. Así de simple. Sin embargo, ella ahora corre un riesgo. Si Feijóo es presidente del Gobierno me temo que tomará nota de, lo que él considerará, su osadía. Insisto, hizo su trabajo. Pero puede pagar un precio caro en la siguiente etapa de TVE.

 

El debate entre Pedro Sánchez y Feijóo hace unos días pasará a la historia por la inacción de Vicente Vallés y Ana Pastor. Se ciñeron a una moderación pasiva. Una moderación que podría hacer cualquiera y que nunca corresponde a un periodista. Este debe advertir de las mentiras de los políticos, refutarles con datos si se tercia y señalar, si toca, que la realidad es otra. Entonces, si no es así, ¿para qué sirve el periodismo?

 

El periodista debe ser incómodo con el poder o no es periodismo. Con independencia de quién sea el político, y de las siglas que correspondan. En todo caso, debe ser incómodo. Y Vallés y Pastor asistieron a un cruce de declaraciones donde se colaron mentiras y permanecieron en silencio. Para eso puede ir cualquier a moderar el debate en el plató televisivo. El mismo vecino del quinto podía haber hecho lo que hicieron la otra noche Vallés y Pastor. El público esperaba otra cosa de ambos. Y si estos no cumplen con su deber (el de la intermediación del periodismo) quien pierde es la democracia. Perdemos todos. Silvia Intxaurrondo cumplió y refutó a Feijóo. El periodismo no puede convivir con las mentiras, procedan de donde procedan. Es igual. Con la dejadez imperante y la degradación de la profesión, campa a sus anchas no solo la desinformación sino al tiempo la desaparición progresiva del periodismo. No digamos ya si incluimos la bienvenida a la inteligencia artificial. Un periodismo edulcorado va camino de su extinción. Será, con suerte, propaganda. Y la sociedad le dará la espalda.

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