Otra ‘zerolada’

CC prosigue en la senda de mandar senadores a Madrid en búsqueda del aforamiento. Tras Miguel Zerolo y Fernando Clavijo, resuena Pedro San Ginés como el próximo en sumarse a la lista. Está por ver. Pero el conejero está inmerso en la instrucción en los juzgados de Arrecife por hasta seis presuntos delitos y, de confirmarse su nombramiento, todo esto iría derechito a los despachos del Alto Tribunal. Desde luego, el papel del Tribunal Supremo es el que es: juzgar. Pero lo reprochable a CC es forzar la búsqueda de otro tribunal que te juzgue desdeñando el derecho al juez natural predeterminado por la ley que le corresponde a todo ciudadano. Además, cuando estos se van de senadores y retornan a la primera (Clavijo) queda patente que el interés político por ser miembro de la Cámara Alta era escaso por no decir nulo. Un paso efímero, no deseado.

Con todo, el periplo peninsular de ida y vuelta funciona. El lagunero se fue acorralado procesalmente por el caso Grúas y el caso Reparos y ahora retornó limpio y presto a asumir la Presidencia. Ciertamente, en el verano de 2019 el único partido que protestó por la designación de Clavijo como senador autonómico fue Unidas Podemos. El PSOE y NC hicieron caso omiso y lo dejaron pasar. A buen seguro, hoy por hoy, tanto Ángel Víctor Torres como Román Rodríguez recordarán el episodio y, si pudiesen darle marcha atrás a la máquina del tiempo, no le hubiesen facilitado las cosas. Pero fue como fue y, por extensión, CC habrá tomado nota de esa cortesía parlamentaria de PSOE y NC para corresponder en el futuro en lo que se tercie. O debería.

Por tanto, Pedro San Ginés tampoco tendrá rebumbio parlamentario al respecto. Unidas Podemos desapareció de la sede parlamentaria en Santa Cruz de Tenerife. Y la designación de los tres senadores autonómicos que le corresponden a Canarias será un paseo dominical: uno para el PSOE, otro para CC y el tercero para el PP.

Las ‘zeroladas’ de CC, el aprovechamiento sobrevenido (y, por ende, táctico) de los aforamientos como senadores autonómicos, agigantan la desafección ciudadana. El expresidente del Cabildo de Lanzarote tendrá que ventilar si cometió o no los posibles delitos que le endosan, sea en Arrecife o en Madrid, pero la imagen política que proyecta es denunciada por la sociedad isleña que observa subterfugios parlamentarios que no casan cuando justo en el archipiélago se eliminaron los aforamientos ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias al calor de la última reforma estatutaria.

En fin, Miguel Zerolo sí fue condenado por el caso Las Teresitas. Clavijo salió airoso judicialmente. Por su parte, Pedro San Ginés iría directo a la Sala Segunda del Tribunal Supremo si se consume su elevación como senador autonómico por un Parlamento canario que hace unos días se constituyó en sesión solemne, a pesar de que la sociedad pasó olímpicamente mientras estaba en sus quehaceres. La degradación de las instituciones, de la democracia, es una realidad muy preocupante. El divorcio entre la opinión pública y sus representantes políticos va a más; es palpable desde hace una década, cuando irrumpió el fenómeno del 15M. Y las ‘zeroladas’, al margen del desenlace judicial que tengan, favorables o no para el investigado de turno, no gustan ni son de recibo.