
El vicealcalde de Telde, Héctor Suárez, pregonó este viernes las fiestas de Nuestra Señora de Fátima del sector poblacional de El Calero, en un concurrido acto que tuvo lugar a partir de las 20.00 horas en la sede vecinal del colectivo Bentagache. Suárez hizo un recorrido por la historia del municipio y del barrio.
Con este evento, estos festejos, que se extenderán hasta el 14 de mayo, recuperan el pregón después de los años de la pandemia. Además, el programa aglutina diferentes actividades destinadas a la convivencia familiar, vecinal y el desarrollo de acciones que promuevan el encuentro y comunidad de este núcleo poblacional de la ciudad de Telde con el resto de barrios de la zona.
Para este sábado está prevista la romería ofrenda a partir de las 18.00 horas, con comienzo en la calle de Pascal y finalización en la portada del templo parroquial.
A las 22.00 habrá una verbena en la plaza amenizada por las orquestas Habana 600 y Armonía Show.
Pregón de las fiestas de El Calero Bajo 2023
Estimados amigos y vecinos:
Antes de comenzar, quisiera expresar mi gratitud a todos los que han intervenido en mi designación como pregonero de las Fiestas de Nuestra Señora de Fátima 2023. Créanme que es un honor estar aquí para animar a todos los vecinos y vecinas al disfrute de estos días de fiestas, en los que toda la gente del barrio se une, como una gran familia, para así disfrutar de momentos de paz, alegría, concordia y solidaridad.
Las fiestas son tan antiguas como la propia humanidad. Las mujeres y hombres, desde la remota Prehistoria, se reunían en torno a grandes piedras, algún que otro árbol destacado o el fuego para danzar, emitir ruidos, golpear la tierra o cualquier otra forma de expresión diversa. Así conmemoraban los solsticios de verano e invierno. De todas las estaciones es sin duda, la primavera, la fecha más celebrada de cuantas hay en el año. Esta estación, marcada por la renovación de la vida vegetal presente en campos, jardines, huertas o en las mismas casas, en patios y azoteas nos da alegría y ganas de vivir. Telde y su comarca son espacios privilegiados, pues aquí se hace presente esa revolución vegetal anual de incalculable belleza.
Y haciendo un poquito de historia: Telde, antiguo Guanartemato del sur de la isla de Gran Canaria, compartiendo dicha y fortuna con la ciudad norteña de Agaldar, origen de mi padre y abuelos, Telde ha sido y es la segunda ciudad en importancia de la isla, como también lo es de la provincia de Las Palmas y cuarta en el ranking de ciudades de la comunidad autónoma canaria, tras Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna. Pero, si queremos hacer justicia histórica, debemos recordar que Telde es, de momento, la ciudad más antigua del archipiélago canario. También fue sede del primer Obispado de las islas en el año 1351.
Estamos en el Barrio de El Calero, uno de los más antiguos del municipio teldense, a mitad de camino entre la ciudad y su puerto natural de Melenara. Por estas tierras pasaron los primeros europeos antes de entrar en la Vega Mayor, espléndida y feraz campiña que envolvía al antiguo poblado de Telle o Telde y más tarde, después de la conquista castellana de 1483, se verá convertida en cientos de fincas en donde la caña de azúcar reinó por espacio de más de medio siglo. Luego, la evolución histórica económica hizo que esos mismos campos se llenaron de viñas y nuestro vino malvasía fue uno de los mejores de Canarias.
Y siguiendo nuestro periplo económico debemos señalar que años más tarde muchas de estas tierras se llenaron de tuneras para extraer de ellas el pequeño parásito conocido como la cochinilla que sirvió para hacer tintes. Luego, a mitad del siglo XIX, apareció la platanera que tanto en la finca de don Juan Rodríguez Quegles, llamada Del Barranquillo, como en la finca de don Esteban Navarro, dieron fruto y con ello se sostuvo gran parte de la población de este lugar.
El topónimo o nombre de este bello lugar, es decir El Calero, siguiendo la información recogida por el doctor don Pedro Hernández Benítez, se debe a que en estas tierras se hallaban varias minas de cal, así como caliche o cal en superficie, que previamente tratada en un horno situado en lo que hoy llamamos El Calero Alto pasaba a ser cal. Con ella se blanqueaban las casas, se construían las mismas, mezclando piedra, arena, barro y cal. Por otro lado, era un elemento impermeabilizante de primera categoría.
Hasta El Calero, llegaban muchas personas para comprar bloques de cal con los que desinfectar las aguas de los aljibes y así hacerla potable para poder ser consumida por animales y humanos.
Mientras no estaba la autopista, también conocida por la GC1; entonces la carretera de El Calero solo tenía una función: comunicar Telde con Melenara, de ahí que los coches que pasaban eran bien escasos, más bien lo hacían burros, mulos y carretas, que llevaban o traían de las fincas todo lo que hacía menester. En el periodo de 1920 a 1925 se ensancha la carretera y se hace también el famoso muelle de Melenara. En este sentido debemos indicar que, una vez más, la inversión extranjera, en este caso de la compañía hortofrutícola Fyffer, hizo el milagro. Con ello se aumentó el tráfico incesante de ir y venir de camiones.
A partir de los años sesenta, con la importancia que adquirieron las playas de El Hombre, Melenara, Las Clavellinas y Salinetas, así como el complejo industrial de la CINSA, esta carretera fue tomando importancia que se duplicaría cuando cerca de aquí pasó la GC1, principal detonante para el gran desarrollo posterior de este barrio.
Después de esta breve pincelada de historia también quiero contar algo más de mi relación personal con este increíble entorno y sus gentes. Mi primer recuerdo de El Calero aparece al final de los años 80 cuando con apenas 7 años venía a Deportes Medina a comprar mis primeras botas de fútbol acompañado de mi madre, después también recuerdo acudir al centro de salud de El Calero pero no el que conocemos actualmente sino el que se encontraba en la Calle Maestro Nacional. En esa época ya mi hermano jugaba al fútbol y eso hizo que recalara en el CD Calero, y yo mientras él daba vueltas y vueltas al campo de El Calero, justo detrás de donde nos encontramos hoy, me perdía entre los vestuarios y las gradas llegando a Clavellinas lleno de tierra hasta en los ojos.
Después reconozco que en mi siguientes años estuve menos presente por estas calles, excepto para comprar pan en nuestra increíble panadería y como no, comprar sobres de estampas con las que comerciaba y jugaba sin parar en el colegio. En esta época, me cautivaba la vida en comunidad de este barrio con múltiples actividades a través de todos los movimientos sociales que en él habían, pero si algo me llamaba especialmente la atención era su amor por la música, podía parecer que existían 100 grupos folclóricos: Beñesmen, Tajaraste, Esteban Navarro, Bentagache, Naife, El Calero, si no sabías tocar un instrumento o amar la música no podías pertenecer a este barrio, y hoy les aseguro que sigo añorando el no haber aprendido a tocar un instrumento en este barrio, esta es la esencia del barrio de El Calero cuya estela continúa hoy la escuela de música de la Montañeta donde una vez más, niños, niñas, jóvenes y adultos continúan aprendiendo y apreciando la música, una saludable capacidad que nos ayuda a amar la vida.
A partir de ahí todo cambió, en el año 1999 con apenas con 17 años después de comenzar como árbitro de fútbol arbitré mi primer partido de fútbol 11, un hito para cualquier árbitro, en el campo de fútbol de El Calero. Por cierto, creo que es el único partido que ha ido a verme mi padre arbitrar, por eso lo recuerdo siempre. Ahí empecé a conocer también el carácter de sus gentes, sin empezar el partido ya me estaban insultando, con el paso del tiempo me enteré que probablemente una de la que más me gritaba era Estrella Calderín Hernández, ya les contaré por qué resalto este nombre. Después de ahí, y tras innumerables visitas a este campo, viví el cambio al nuevo campo de fútbol, decenas de partidos y más anécdotas que tardaría una semana en poder contarlas. Cuando ya había comenzado en la universidad, y a través de un vecino de este barrio y compañero de facultad, Luis Martel Martel, me inicio como costalero en Semana Santa de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en la que repetí varios años.
Después de ello, seguían mis visitas esporádicas al campo de fútbol como árbitro, comienzo en el año 2007 como Concejal en el Ayuntamiento de Telde, y esto lo cambia todo. Ya les contaré.
Mis visitas se hacen más continúas al barrio de El Calero por la perseverancia y constancia de la Asociación de Vecinos Bentagache, el Club de Fútbol, la comunidad escolar, siendo miembro en esta época del consejo escolar del CEIP Esteban Navarro Sánchez, para la mejora de sus servicios públicos que no me permitían pasar de largo, siempre tenían una demanda o una necesidad para mejorar la vida de sus vecinos y vecinas en este barrio.
Conozco a una vecina de este barrio Gloria Cabrera Calderín, con la que comparto candidatura electoral, que hace que a partir de ese momento ya El Calero no sería lo mismo para mí porque me permite formar parte de una familia muy importante, tanto por su trayectoria e implicación como por su lucha continua para que este entorno avance y progrese cada día. Hija de Estrella Calderín Hernández, les recuerdo que me gritó mucho en el campo de fútbol de tierra y Manuel Cabrera Corujo gran referente del movimiento religioso, vecinal y escolar en El Calero y en el municipio de Telde que por supuesto ella ha cogido el testigo.
También por esa época comienzo a conocer sus fiestas y también aprendo algo más de su historia, vivo el concierto de Pop Rock, sus pregones, sus brindis, sus romerías y los días tan emocionantes que suponen la función para nuestra parroquia. Tras todo ello y tras una formación intensa y de más de un década sobre El Calero, paso la prueba y me acogen definitivamente, uniendo mi vida para siempre con esa vecina que conocí en 2007 y que me enseñó mucho más que su familia y amigos, aprendí cómo se trabaja en comunidad y cómo podemos unir desde la asociación de vecinos a las asociaciones de barrios colindantes, área sanitaria, colegio e instituto para reivindicar y creer que la lucha vecinal transforma y es útil, en la actualidad, más que nunca. Mil objetivos, sueños, anhelos y tareas hechas en los últimos años me han hecho querer más y más a este gran barrio, más de 16 años aprendiendo que si se trabaja con constancia y rigor se puede conseguir muchísimas cosas, he vivido en primera persona cómo la asociación de vecinos Bentagache lideró la rehabilitación de la Clínica Doramas hasta convertirse en el CAE de El Calero un equipamiento comarcal convirtiéndola en una de las áreas sanitarias más importantes de la isla, el Centro de Salud de El Calero, cuya directora Dulce Suárez Casañas sólo hace una semana que se ha jubilado, se encuentra entre nosotros y para la que pido un fuerte aplauso porque su dirección junto a su equipo estuvo marcada por la mayor pandemia que ha conocido la sociedad actual y supo salir adelante con valentía y protección para todos, como han luchado para la mejora del Colegio Esteban Navarro, el nuevo campo de fútbol, el gran impulso a las fiestas, recuerdo con cariño cuando se grabó Noche de Taifas, el asfaltado de muchísimas calles, la mejoras implementadas en servicios públicos, la inauguración y nombramiento de calles emblemáticas con nombres ilustres y referentes de vecinos de este barrio, la inauguración de la escultura de Árbol de Hipócrates, el desarrollo de uno de los motores económicos de Telde como es la zona comercial de Maestro Nacional, mil y una acciones que hacen que este barrio sea un sitio único para vivir. Gracias Gloria por permitirme sentir que soy uno más de El Calero, un vecino más de la Calle López Botas y Calle Pitágoras.
Pero no estamos aquí solo para hablar de Historia ni solo para hablar de mi historia, sino para animar a todas y todos a disfrutar de la gran fiesta del calero 2023, dedicada por entero a Nuestra Señora de Fátima, aquella que como dice la canción “Un 13 de mayo, la virgen María bajó de los cielos a Cova de Iría.” Y es cierto, o al menos así lo atestiguan miles de portugueses que vieron cómo hace más de cien años algo prodigioso sucedió a tres pastores que allí vivían y que, con frecuencia, rezaban el Santo Rosario en aquel recóndito lugar. Fue el Obispo don Antonio Pildain y Zapiain quien, deseoso de perpetuar la advocación a Nuestra Señora de Fátima, hizo que se estableciese aquí una parroquia bajo su nombre. Para ello, contó con la estimable ayuda de don Esteban Navarro que cedió, en un primer momento y con posterioridad otra vez, los solares de la antigua y nueva iglesia. Muchos vecinos han contribuido a la construcción de estos templos, pero debemos reconocer que fue don Andrés Viera, el cura párroco de este lugar, ya fallecido, un auténtico motor de la vida religiosa de este barrio. Para él y para los cientos de personas que ya no están, pero que han hecho posible esta hermosa realidad, vaya nuestro recuerdo y más sincero agradecimiento.
Gracias de corazón a la directiva de la asociación de vecinos por concederme este honor.
Solo me resta expresar mi infinita gratitud a este barrio, que siempre nos acoge, como he contado en mi historia, con suma cordialidad y amor.
Estimados vecinos, vecinas y amigos
Que comiencen las fiestas de Nuestra Señora de Fátima.
Felices Fiestas.
Viva la Virgen de Fátima, viva El Calero.
Paco | Domingo, 07 de Mayo de 2023 a las 11:51:08 horas
No existe más hipocresía que aquella que fluctúa solo y para un proyecto exclusivamente electoral. Que pena das
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