La maldición de Arauz

Mis padres tenían una pequeña finca en la Hoya de San Juan, que con mucho sacrificio les permitía sacar adelante a una familia numerosa. A finales de los años ochenta parte de ella fue expropiada para la ejecución de la Carretera de Circunvalación a Telde.

 

Recibiendo una escasa compensación económica si se compara con el estropicio producido.

 

 

Años más tarde, el resto de la finca, algo más de cuatro mil metros cuadrados, fueron expropiados para la construcción del Parque Urbano de San Juan, del que disfrutan todos los ciudadanos de Telde desde el año de su inauguración en 1999. Si con la primera expropiación nos fue mal, con la segunda nos ha ido mucho peor, pues en vez de pagarnos con dinero se nos compensó con una parcela de 1356 metros cuadrados en la inconclusa Urbanización de Arauz.

 

Nuestro gozo, en un pozo muy negro y muy profundo; pues a partir de aquí todo fueron gastos en Proyectos de Reparcelación, de Urbanización, cuotas de urbanización, de técnicos, de abogados, de notario, de registrador, nuevos gastos de urbanización y un largo etc..

 

Veinticinco años después de haber aportado nuestros terrenos para el Parque de San Juan y de haber satisfecho todos los gastos exigidos para la urbanización, cuyo promotor es el Ayuntamiento de Telde, esta no se ha terminado.

 

 

En julio se cumplirán veinte años de paralización de las obras, que en aquellos momentos estaban a punto de culminarse, y que el paso del tiempo y el pillaje deterioraron gravemente, por lo que habrá que construirlo casi todo de nuevo con el consiguiente coste para las arcas municipales, es decir con los impuestos de todos nosotros.

 

Para más escarnio, desde el año 2010 se nos viene cobrando el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) como suelo urbano por una parcela de carácter rústico, conforme al ordenamiento urbanístico, al no contar con todos los servicios requeridos para ser considerado como un solar edificable.

Desde el año 2015 venimos oyendo la cantinela de la licencia para la Piscina de La Barranquera y en este último mandato 2019-2023 las manifestaciones de la Alcaldesa saliente y de diversos concejales de que se terminarían las obras de la urbanización y se pondría en funcionamiento la piscina.

 

Hemos recibido con esperanza estas promesas; especialmente a partir del momento en que se publicitaron la adjudicación de la obras de instalación eléctrica y de la obra civil pendientes.

 

Sin embargo, vemos con profunda decepción como tampoco en este mandato se terminarán las mismas; y sí, como la alcaldesa saliente afirma que pronto se pondrá en marcha la piscina.

 

Incumpliendo así con todas las normas urbanísticas que exigen la terminación previa de la totalidad de las obras de urbanización y que los servicios de la misma estén en disposición de conectarse a las redes generales.

 

Lo siento Dª Carmen Hernández, su palabra y su credibilidad quedan donde quedan: en el baúl de la demagogia y en el desván de la propaganda electoralista que ya a nadie engaña.

 

Además, usted va a indemnizar con casi dos millones de euros a la empresa concesionaria sin que haya ninguna resolución judicial que avale las pretensiones de la misma, lo que podría ser de juzgado de guardia. Bien está que los teldenses disfruten desde hace veinticuatro años del Parque de San Juan y en el futuro de la Piscina de la Barranquera, un negocio privado; pero no que el Ayuntamiento lo propicie pisoteando los derechos de los propietarios. Con la humillación, el sacrificio y el tremendo coste personal y económico que esta situación conlleva para los afectados desde hace más de dos décadas. Ah, no se han dado la misma prisa para abrir la Piscina del Polideportivo Paco Artiles que lleva más de dos años cerrada, que sí es una piscina pública, a la que podrían acceder los teldenses de una forma más asequible desde el punto de vista económico y cuyo cierre afectó a miles de usuarios, a clubes deportivos y a unas 40 familias que perdieron su trabajo.

En todo caso se cumplen las proféticas palabras de una propietaria, ya fallecida, cuando dijo a uno de sus hijos que esta urbanización estaba maldita, Y nosotros, que no teníamos ni un metro cuadrado en la zona, cargando con ella.