Que en Telde, en los momentos actuales, las luces políticas se pueden contar con los dedos de las manos no se le escapa a nadie. No hay mucho donde elegir, los lumbreras resplandecen por su ausencia, y no se trata de un juego de palabra aunque pudiera parecerlo. En las últimas jornadas, el municipio anda algo apagado, permítasenos esta licencia, y de esa luz alicaída que desprende la ciudad se han contaminado algunos de sus cargos públicos.
Y lo decimos por lo escuchado esta tarde en una emisora de radio, en la que la joven edila socialista Saraiba Leal se acantonó en su mostrador para despachar una visión tan peculiar, por no decir rocambolesca, del problema que se vive en el colegio de El Goro que al pobre de Ezequiel López lo cogió con el paso cambiado.
Y es que a Leal no se le ocurre otra cosa que dejar caer que la protesta protagonizada por la comunidad educativa de este centro escolar, dejado de la mano de dios durante tantos años, es un invento de TELDEACTUALIDAD. Vamos, sólo le faltó decir que las pancartas que cuelgan de la fachada principal del colegio las confeccionó y las colocó este periódico y que el malestar que a diario evidencian padres y madres para exigir presencia policial a las horas de entrada y salida de alumnos es una iniciativa de esta redacción.
Leal, a la que la obsesión por lo que publica o deja de divulgar este diario o por el color de las gafas de su director le está jugando una mala pasada y llevándola a dar carta de naturaleza a lo que sólo es producto de su imaginación, en un intento infantil para no reconocer el incumplimiento de las promesas que adquirió con el colegio y su dirección, pasa por alto que el enfado de esa comunidad educativa ha tenido eco en otros medios. Hoy, sin ir más lejos, Canarias7 lo plasmaba también con la misma foto que TELDEACTUALIDAD publicaba días atrás.
En fin, para que vamos a engañarnos, luces las justas, postureo mucho - acaso más de lo que es políticamente correcto-, mogollón de procederes impropios de quienes enarbolan el progresismo y la libertad como señas de identidad y actitudes indignas con sus compañeros de siglas de antes y de ahora. Saraiba debe saber que el ejercicio de la falacia y la deslealtad en sí es grave pero cuando se desprecian principios e ideas se entra irremediablemente en el terreno de lo que se puede calificar como bochornoso.























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