Aún se oyen comentarios de lo acontecido el pasado viernes en la sesión corporativa ordinaria del mes de septiembre. Por más que en los prolegómenos se empeñara el socialista Alejandro Ramos –que se estrenaba como alcalde accidental en el Salón de Plenos por enfermedad de la regidora Carmen Hernández– en implorar a la normalidad y a las buenas formas, la reunión estuvo marcada por los enfrentamientos dialécticos entre ediles y los comportamientos poco decorosos de una parte del público congregado en las Casas Consistoriales de San Juan.
Ya se barruntaba desde días antes que la sesión iba a ser movidita. De hecho, no hizo falta ni esperar al comienzo del Pleno para confirmar este extremo. Los gestos y rostros que algunos concejales lucían al entrar en la sala noble de la Institución teldense así lo delataban.
Como viene sucediendo desde hace meses, no es que precisamente el orden del día tuviera gran trascendencia en la parte decisoria. Lo que verdaderamente importa se despachó en cuestión de 30-40 minutos.
Los asuntos con más mordientes llegarían por la vía de las mociones que, hay que recordar, son meros posicionamientos e intenciones políticas que unas veces se cumplen y otras, la mayoría de ellas, se quedan en papel mojado.
Y así fue. Tras una primera de contacto con las dos mociones que abrirían el debate, el ambiente se empezó a caldear cuando le llegó la hora a la propuesta del Partido Popular sobre la gestión del expediente de los ADLs.
Llegados a este punto, el patio de butacas, poblado por unos 30 jubilados, ya se había convertido en un auténtico patio de colegio en el que se sucedían los comentarios poco respetuosos, los móviles sonando y las conversaciones que entorpecían el desarrollo de la sesión y el trabajo de los propios periodistas.
También se encontraba entre el público una conocida usuaria del Centro de Mayores ejerciendo de acomodadora de sus compañeros de protesta y una empleada municipal expedientada precisamente por protagonizar meses atrás un polémico incidente durante un Pleno.
El debate de la moción de Unidos por Gran Canaria sobre la gestión del Centro de Mayores desató un descontrol en el salón de Plenos al que el alcalde no supo poner coto. Hubo aplausos, pero también interrupciones y réplicas a concejalas cuando estaban en el uso de la palabra para aclarar la posición del Gobierno respecto al cierre y reapertura parcial del establecimiento.
Un indeciso Ramos quiso cortar por lo sano, pero fue peor el remedio que la enfermedad cuando exclamó “por favor, dejen hablar a la concejala y luego hablan ustedes”, un salida del presidente en funciones de la Corporación que asombró a propios y extraños –hubo caras de sorpresa entre los ediles del Gobierno y de la Oposición- por cuanto nadie del público había solicitado intervenir en el Pleno, un trámite que, además, está regulado por Ley.
Hubo otra deplorable acción que tampoco pasó inadvertida en el pequeño circo que fue el Pleno del viernes último. La protagonizó un exempleado municipal que mantiene un contencioso con el Ayuntamiento. Con alguna copa de más, se permitió la licencia de ofrecer Fortasec (medicamento para controlar las diarreas) a los concejales ante las demandas judiciales que dio a entender que vienen en cascada contra los regidores municipales. Esta falta de respeto a la voluntad popular no tuvo recriminación alguna de Ramos y eso que en las puertas del salón plenario estaban apostados varios agentes de la Policía Local.
La poca capacidad del Gobierno para que el Pleno no se le fuera de la mano no pudo evitar la marimorena que produjo la desbandada de los mayores tras aprobarse por unanimidad la moción de Unidos. En ese momento, se vivió otra situación inédita en un Pleno. El portavoz de esta organización, Juan Antonio Peña, se ausentó unos minutos de la sesión para saludar a los jubilados en su marcha del Ayuntamiento. También lo hizo su compañero de siglas Guillermo Reyes y la interventora municipal, que estuvieron de palique durante unos minutos en el corredor del segundo piso, próximo al salón de Plenos.
Un último pormenor que tampoco pasó por alto para el público que asistió a la reunión. No todos los portavoces se refirieron a Ramos de la misma manera durante el desarrollo del Pleno. Los más le citaban como presidente y unos pocos como alcalde. Entre ellos Peña, de Unidos, que cayó hasta empalagoso en sus innecesarios halagos al socialista, acaso porque Ramos le permitió vulnerar el reglamento que sólo autoriza presentar a los grupos políticos cuatro iniciativas en las sesiones corporativas.
Este repentino amor entre Unidos y Ramos obedece, sin embargo, a otras razones que quizás algún día salga a la luz pública. Como exclamó esta misma semana en una emisora de radio el portavoz de Más por Telde “¡Ay si los wasaps hablarán!”
Al final, la sangre no llegó al río y se pudo ver en animada charla a Guillermo Reyes y Celeste López y a Gregorio Viera con Álvaro Monzón, tras acabar la reunión plenaria en la que todos los intervinientes pidieron a la alcaldesa Carmen Hernández una pronta recuperación de la cervicalgia por la que ha estado forzada a guardar reposo por prescripción facultativa.






















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