Esta pasada semana tuvo lugar, en el Rincón Plácido Fleitas de San Juan, mi presentación como candidata a la Alcaldía de Telde para el periodo 2023-2027. Un acto donde presentamos un balance del trabajo que hemos desarrollado y, por supuesto, donde expusimos las grandes líneas de ciudad que proponemos y perseguimos para el próximo cuatrienio.
Quiero empezar con mi más sincero agradecimiento a las personas que me arroparon, demostrándome su confianza en la labor realizada y la que aún queda por llevar a cabo. A las ciudadanas y ciudadanos que se acercaron y escucharon con atención, gracias de corazón, pues me insuflan un gran ánimo para continuar trabajando por el municipio.
Porque ese es el fin último de toda nuestra actividad, la mejora de la calidad de vida de los hombres y mujeres de Telde. O dicho de otra forma: la renovación de mi compromiso con la ciudad atiende únicamente a la razón por la que estamos en política, por la que llegamos al Consistorio y por la que queremos prorrogar el proyecto iniciado en 2015: la defensa y mejora del bien común.
Una ciudad nunca está acabada. Desconfíen de quien prometa concluirla. Nuestra autoexigencia nos lleva a mantener frescas las muchas tareas que Telde debe afrontar, sin duda consecuencia de gestiones pasadas que no estuvieron a la altura de lo que demanda la segunda ciudad de Gran Canaria. Porque cuando llegamos a la Institución, Telde estaba metido en un pozo profundo y lleno de oscuridad. Con una deuda tan enorme que nos estigmatizó, con un Ayuntamiento desmantelado y con una ciudad paralizada, nuestro prestigio como pueblo se encontraba más que dañado.
Afortunadamente, el esfuerzo de las y los teldenses ha servido para dar un auténtico vuelco a la situación. El 'Telde no tiene solución' que me trasladaba muchísima gente era la expresión del desánimo ante la realidad de que la ciudad tendría que esperar a 2032 para empezar a recuperarse, pues era entonces cuando acababa el Plan de Ajuste que había rubricado el Gobierno de 2012, una amplio catálogo de recortes que no permitía que el propio Ayuntamiento invirtiera en la mejora de los servicios, amén de significar un doloroso incremento de la presión fiscal que ahogó a muchos teldenses, así como a una buena parte del empresariado.
Así que nadie, ni los más optimistas, vaticinaron que gracias a una gestión municipal seria y rigurosa -con siete ejercicios presupuestarios con superávit- íbamos a ser capaces de pagar la deuda y zafarnos de esa perversa lista de recortes que empeoró la limpieza de la ciudad, los parques y jardines, que cerró las escuelas infantiles, que degradó la actividad cultural o que supuso más de 100 despidos, entre otras muchas cosas. Todo eso conformó un desastre para la ciudad que aún hoy sigue padeciendo, y que todavía costará unos años superar de forma completa.
Pero lo cierto, lo indiscutible, es que Telde ha hecho su trabajo y ha adelantado su recuperación socioeconómica más de una década, pues a finales de 2020 liquidó su deuda, rompió el Plan de Ajuste y comenzó la mejora de sus servicios públicos que, reitero, aún necesitarán algo más de tiempo para llegar a donde queremos.
Parece razonable recordarle a quien ponga en duda el avance de la ciudad que hoy en Telde existen 35 nuevos parques infantiles y en breve llegaremos a 50; que hemos rehabilitado más de 2.000 viviendas públicas; que hay más de 200 calles asfaltadas y en 2023 superaremos las 400, con una inversión de 8,2 millones de euros, en más de 50 barrios; que tenemos una nueva carretera segura y cómoda en Melenara, donde hay un nuevo parque urbano sostenible y una avenida remodelada; que hoy tenemos un nuevo Ayuntamiento, un nuevo pabellón deportivo en Jinámar, una nueva Casa de la Infancia; que vamos a tener un mercado municipal del siglo XXI, después de décadas sin remodelar; que en Telde hay más y mejor cultura, invirtiendo el triple que hace 8 años; que en nuestros colegios cuando empezamos se invertían 3.000 euros en cada centro y esa cifra ha subido a 42.000 euros al año; que después de 12 años, el deporte ha recuperado las subvenciones y que, tras dos décadas, el Pablo Hernández, donde juega nuestra UD Telde, luce renovado, junto con otros campos de fútbol a los que hemos dotado de nueva iluminación; que los Servicios Sociales han implementado nuevas ayudas para las familias vulnerables y han abierto el primer centro para personas sin hogar de la historia del municipio; que hoy casi 400 niños y niñas de Telde tiene una educación de calidad en nuestras escuelas infantiles; que decenas de empresas han ampliado sus negocios o realizado nuevas inversiones en estos años en nuestra ciudad; o que después de superar el 35% de paro en 2012, cerramos el año 2022 con un 20%. Todo esto es bien común.
Y lo hemos hecho con la mayor deuda de Canarias y con una pandemia por medio. ¿Qué podríamos lograr en un mandato normal, sin esas vicisitudes y con una mayoría de gobierno que nos permita gestionar con tranquilidad? Queda mucho por hacer sí, pero recordemos lo ya logrado para poder proseguir el camino con el ánimo necesario.
Porque, efectivamente, las y los teldenses nos encontramos ahora, superados los perores momentos, en disposición de alcanzar la ciudad que todos y todas deseamos. Un Telde cada día más limpio y bonito, con mejores jardines, mejores parques infantiles. Un lugar más cómodo y accesible, con mejor transporte público, mejores vías y aceras. Un Ayuntamiento que atienda mejora a la ciudadanía, más ágil, más eficiente, más humano. Una ciudad con mejores infraestructuras -renovando un Paco Artiles orientado hacia las personas mayores y abriendo la piscina de La Barranquera- y también una ciudad más justa con los que han pagado tanto desastre: ya hemos presentado la modificación de la ordenanza para poder ejecutar una bajada de impuestos como el IBI, y trabajamos también con el IAE.
Por eso proponemos, frente a la política de la destrucción, la construcción de comunidad. Frente a las promesas, hechos. Frente al marketing político, trabajo y palabra cumplida. Un Telde mejor es ya una realidad, pero depende de los hombres y mujeres de Telde que nos sintamos cada día más orgullosos de ser hijos e hijas de esta Gran Ciudad.
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