Lo que ocurra en la cita electoral en mayo tan solo ahondará la tendencia de las generales posteriores. Será la segunda cita, por tanto, un más de lo mismo. En escasos meses poco o nada cambia.
En 2011 sucedió eso: en mayo ganó el PP con tal ventaja que tuvo José Luis Rodríguez Zapatero que adelantar los comicios generales al 20N de ese año. Resultado: mayoría absoluta de Mariano Rajoy. ¿Por qué tomo esa decisión Zapatero? Probablemente, porque en Ferraz pensaban que tenían posibilidad de amortiguar la derrota.
Así las cosas, la batalla electoral es ahora. Después de mayo apenas habrá margen de maniobra. El efecto electoral, por consiguiente, será expandir la tendencia conocida. Ahora bien, un extremo es la demoscopia y otro bien diferente el sistema de partidos, condicionado en buena medida por el sistema electoral.
En Canarias esto último incide con mayor razón. Nuestra arquitectura electoral es de las más desproporcionales del Estado, si no directamente la que más. CC apuesta por recuperar el epicentro del sistema de partidos que ostentó desde 1993 a 2019. ¿Y entonces, si así fuera, con quién pactar? ¿Le interesaría a CC tener como socio al PP que gobernaría pronto en Madrid, sondeos en mano, o, por el contrario, al PSOE para evitar un crecimiento mayor del PP en las islas?
Paulino Rivero en su segundo mandato precisamente jugó a contraer al PP. Pactando con José Miguel Pérez en Canarias, acotaba al PP en el archipiélago y, al tiempo, arrinconaba el liderazgo otrora de José Manuel Soria. Mover las piezas, hacerlo bien, es fundamental.
A buen seguro, en CC llegado el momento se desataría el debate. Y para Asamblea Majorera siempre será mejor una alianza con el PSOE aunque, luego, el caso Mediador pringue al socialismo en Fuerteventura. Lo peor del caso Mediador para el PSOE, en cuanto a expectativas electorales, es lo sórdido que resulta a son de fotos y audios. Tiene impacto. Es natural. Y repugna. Pero a CC catapultar al PP nunca le interesará.
Estas son las coordenadas generales de un escenario poselectoral en los próximos cursos que, eso sí, se dirime desde ahora hasta mayo. Muy poco tiempo. El margen de maniobra es el que es. Lo demás, en Madrid, será un hecho consumado en cualquiera de los sentidos. La única opción que le resta a Pedro Sánchez es una fortaleza de Vox que impida el aumento considerable del PP. Y, quizá, y solo quizá, una coalición con las izquierdas territoriales y los nacionalismos que se unan para frenar al neofascismo. La cifra mágica son los 176 escaños. Con todo, la crisis sistémica proseguirá. Cada convocatoria electoral es una vuelta de tuerca más que subraya la fatiga de materiales del 78.
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