El PSOE ha votado en contra de retomar la indemnización por despido improcedente de 45 días por año trabajado. Ha desaprovechado una valiosa oportunidad, brindada por ERC, y apoyada por Unidas Podemos, de deshacer el desmantelamiento de la protección a los trabajadores por obra y gracia de la reforma laboral de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010 y de Mariano Rajoy en 2012. Unas medidas que propiciaron, en su momento, huelgas generales.
El coste del despido improcedente debe ser reparador y disuasorio. Pero no es el caso. Incluso, tal como está, la realidad es que a muchos empresarios le sale mejor despedir directamente. ¿Dónde está la izquierda dentro del PSOE? Hace pocas semanas Odón Elorza, exalcalde de Donostia, renunció a su escaño porque no se sentía cómodo con ciertas medidas de Pedro Sánchez. Por ejemplo, el abandono al pueblo saharaui, que sigue pendiente de celebrar su referéndum por el derecho de autodeterminación al amparo de la legalidad internacional. Este rechazo del PSOE a la propuesta de ERC, hubiera sido la gota que colmase el vaso del socialista vasco.
Además, esta negativa del PSOE de recuperar los 45 días hubiese sido una forma, ya puestos, de vender una inclinación social justo en un año electoral. Pero ni por esas. Directamente, el PSOE se queda con el despido baratito. Por tanto, no era la excusa de Zapatero al amparo de los recortes perpetrados por la eurozona tras la Gran Recesión de 2008. Aquel paso atrás que condenó a la clase trabajadora, no era un paréntesis ni algo transitorio por que Bruselas obligaba.
Si el exministro Carlos Solchaga despellejó a los obreros en época de Felipe González, la tónica persiste ahora apelando a un diálogo social como excusa que Sánchez sabe de antemano que no va a funcionar: la patronal no aceptará por sí misma lo que el propio PSOE no promueve de la mano de Unidas Podemos y ERC.
Por otro lado, se entiende aún mejor en el presente las enormes resistencias de Pedro Sánchez y Nadia Calviño a que Yolanda Díaz cumpliera con la promesa de derogar la reforma laboral del PP. Si la gallega no hubiera insistido, Sánchez y Calviño hubiesen dejado las cosas como estaban; en detrimento evidente de las trabajadoras y trabajadores. ERC ha conseguido que el PSOE se retrate. Y Comisiones Obreras y UGT deben tomar nota.
En vez de dotar de más derechos a la clase trabajadora de cara a la amenaza neofascista que sobreviene, el PSOE les condena al despido baratito. Algo así como el precio de un cortado con el que Mariano Rajoy subía las pensiones cada año. Un PSOE descafeinado, sin orientación ideológica que favorezca a la clase trabajadora, irá perdiendo respaldo social. Si el PSOE juega a ser Ciudadanos, su futuro será nulo.




















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