Tenerife siempre fue feudo de CC, desde que esta nació como tal en 1993. Otra cosa es que el PSOE solía históricamente obtener mejores resultados en esta isla que en Gran Canaria (a buen seguro, fruto de la presencia del CDS de Lorenzo Olarte entre los canariones) que conllevaba, por ejemplo, que Jerónimo Saavedra cosechara más respaldos en Tenerife que en su propia circunscripción cuando era candidato a la Presidencia. Más o menos, esta fue la tónica política durante la ya larga etapa autonómica.
En los últimos días se ha conocido sondeos elaborados por Ágora Integral y publicados por ‘Canarias Ahora’ que reafirman que en Tenerife, si quieren, CC y PP se reparten el ayuntamiento capitalino y el Cabildo. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Quizá, La Laguna se salve al ser más viva ideológicamente producto de la implementación universitaria. De tal manera, lo natural sería pensar que la derecha en Tenerife haga y deshaga, a la espera (eso sí) del único factor que podría alterar lo descrito: que en el Gobierno de Canarias Ángel Víctor Torres pactase con CC, con independencia de que sea con Fernando Clavijo o con Ana Oramas. Seguramente, ni ellos mismos en CC lo saben en el presente. Los próximos meses serán decisivos al respecto.
Ahora bien, si esto último se produce, la división interna en el PSOE de Tenerife está cantada. Un desgarro que, maquiavélicamente, hasta le interesaría fomentar a medio plazo a CC por aquello de desangrar a su principal adversario. El PSOE es en Tenerife, salvo excepciones, y a la espera de Alberto Rodríguez, la casa común de la izquierda que resiste desde tiempos inmemoriales el poder de ATI, también empresarial. Por consiguiente, en Tenerife las aproximaciones entre el PSOE y CC suelen provocar incomodidades cuando no fuertes tensiones.
El ala protagonizada por Patricia Hernández y Santiago Pérez, ¿cómo digeriría este 2023 un pacto con el ‘clavijismo’? No sería plato de buen gusto. Y tampoco lo compensaría, supuestamente, un reparto de cargos en varias consejerías. La razón es sencilla: si prima la inteligencia ambos saben que eso colocaría con el tiempo en un lugar precario al PSOE en Tenerife. Entonces, ¿cómo se remontaría con los años? No parece que, siguiendo esta posible hipótesis a darse si acaso en pocos meses, el lagunero y la santacrucera repitan el fenómeno hace una década de la marcha de Santiago Pérez.
Pero si aquello era repercusión de aliarse con Paulino Rivero, otra cosa dentro de CC, más rural, más del pueblo, ajeno a los prebostes tinerfeños y los acuerdos cerrados en el Club Oliver, en 2023 se antoja todavía más áspero con el ‘clavijismo’. El mismo Fernando Clavijo ya expulsó del Ejecutivo a Patricia Hernández y los consejeros socialistas; en plenas fechas navideñas fueron sometidos a un cese que el propio Clavijo y su entorno deseaban desde hace mucho. Todo esto tensionaría al PSOE en Tenerife. A una parte importante, la más de izquierdas en la organización en las islas, la descolocaría por completo.
























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