Los contratos de RTVC

Ayer hubo Comisión de Control de Radiotelevisión Canaria en el Parlamento. Y concitó interés, el habitual por otra parte, la cuestión de los contratos con terceros (los contratos menores y su programación) que lleva a cabo Radiotelevisión Canaria (RTVC). Hace tiempo que estas comisiones gozan de mayor expectación que las restantes de la Cámara. Incluso, los propios ponentes (sobre todo, los de la oposición al Gobierno actual) son conscientes de ello, se denota en sus intervenciones y gestos. Solo faltan roscas para acompañar las sesiones por parte de la audiencia.

Una cuestión es la fiscalización del informe de la Audiencia de Cuentas y otra bien diferente instrumentalizarlo para excluir el criterio de buena fe en el que se ampara RTVC. O, dicho de otra manera, una cosa es la fiscalización parlamentaria (en la propia comisión) y por parte de la Audiencia de Cuentas en las responsabilidades que ostenta como órgano de dependencia parlamentaria (nada nuevo bajo el sol) y otra bien diferente es pregonar el macartismo contractual con ínfula estalinista que trata de enmarañar a Francisco Moreno y, por ende, a RTVC.

Se intenta rebuscar problemas en RTVC que no existen como tal, o no con la magnitud ansiada. De haber existido un descontento real por parte de las productoras, la judicialización hubiera sido patente. Especialmente, cuando en su día el propio Consejo Rector que se buscó pronto quedo en la nada y, bajo el apurado riesgo de irse la señal a negro, no quedó otra que prorrogar contratos.

Dicho en plata, el purismo sobreactuado de la oposición parlamentaria frente al administrador único parece que desease el desastre de la televisión de titularidad pública canaria. No hay ánimo constructivo sino tan solo el querer, mes a mes, sacar conejos de la chistera que sirvan para espolear un drama pretendido en la RTVC. Es más, como si les gustase la idea de que RTVC no existiese llegado el caso. Bien mirado, algo lógico para partidos centralistas como Ciudadanos (agárrense si entra Vox en 2023) que reniegan del autogobierno.

Acabando la legislatura, solo quedan unos meses, la situación que reviste RTVC es insuflada como arma política arrojadiza. En vez de pasar página y entender que la normalización de RTVC lo ha logrado, junto a otros, Francisco Moreno tras un periodo de inestabilidad máxima, cualquier cuestión vale para seguir enredando. Y adiós a la propiedad intelectual y a la buena fe contractual con tal de desgastar no solo al administrador único y a RTVC sino, al tiempo, generar la antesala precisa para, entonces sí, preparar la guerra total cuando proceda designar la construcción de las instalaciones que precisa RTVC. Lo de ayer en el Parlamento es solo un preparativo, una maniobra anticipatoria más, de las que quedan por llegar cuando sobrevenga la siguiente legislatura y case temporalmente con la elaboración definitoria y ejecución de los contratos más importantes que RTVC tendrá que ventilar. Algunos quieren ir contra ciertas productoras llegado el momento procesal oportuno. Ya se otea en sede parlamentaria. Se huele el ánimo justiciero, el afán de guerra.