Un periodista en ‘El País’

Acaba de salir a la venta el libro del que fuera director de ‘El País’, Antonio Caño, que ofrece un diagnóstico actual sobre el sector y explica su visión sobre su salida del periódico que coincidió con la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa y el fin de la era de Juan Luis Cebrián en el Grupo Prisa.

Fue este último el que le encargó que cambiara el modelo interno de la cabecera para volcarlo en 2014 a la plena digitalización, recordemos que por aquel entonces ya Juan Luis Cebrián venía a decir (para estupefacción de su personal) que los periódicos eran zombis y que estaban amortizados. Recordemos que la crisis había golpeado de lleno a ‘El País’, como al resto de medios, y la solución buscada en 2012 para el Grupo Prisa fue su rescate económico por Telefónica, Banco Santander y La Caixa; más el ERE de los 149 trabajadores. Asombra hoy cuando narra cómo hace dos décadas ‘El País’ rechazaba insertar anuncios en su edición dominical, que se pagaban a un millón de pesetas, porque ya no quedaba más espacio.

Lo que se vislumbra de la lectura de ‘Digan la verdad. Memorias de un periodista y apuntes sobre un oficio en peligro de extinción’ (La Esfera de los Libros) es un periodista de la casa que, eso sí, no respondía a la estirpe clásica de los de ‘El País’. Esto es, la más socialdemócrata o de izquierdas en su etapa ochentera. Antonio Caño fue fiel a Juan Luis Cebrián, un hombre de empresa y con largo recorrido como corresponsal en el exterior, lo que le hizo ajeno a las vivencias clásicas de la redacción cuando fue nombrado director. Pero ya está. Su olfato periodístico no detectó los cambios que sobrevenían en España. O, cuando menos, apostó por una línea editorial propia del mundo de ayer: la del esplendor del bipartidismo dinástico donde Juan Luis Cebrián aún creía (de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba) que el PSOE volvería a ser lo que fue y, por ende, gobernar por sí solo. Aquello se acabó. Hoy no es novedad. Tampoco lo fue hace unos años. Pero a unos (Antonio Caño) más que a otros le ha costado interiorizarlo.

Antonio Caño ha expresado que por aquellos cursos ‘El País’ jugó editorialmente a que no se conformara un Gobierno de coalición con Unidas Podemos más el respaldo de los nacionalismos periféricos y las izquierdas territoriales. Cuando la moción de censura de 2018 anunció que era posible, la suerte del director estaba sentenciada. Todavía el itinerario de Pedro Sánchez no ha sido desgranado. Si no hubiese sido por la referida moción de censura, que recabó los votos de los correligionarios de Carles Puigdemont, ERC, EH Bildu y otros, seguramente el presente jefe del Ejecutivo no estaría en primera línea política. Aunque los zigzagueos de la misma política arrojan sorpresas impensables. Ya nadie se acuerda de Susana Díaz.

Los medios de comunicación, y los periódicos especialmente, son portadores de acción política. La idea del periodista como mero mensajero no cabe cuando asistimos a una crisis sistémica. El modelo de periodista neutro servirá, si acaso, para resistir unos años más en su empresa. Pero no garantizará la viabilidad económica de la misma. Y esa es una de las conclusiones principales que se extrae al leer su libro: que Antonio Caño hubiese sido periodista y director de ‘El País’ como, por ejemplo, del ‘ABC’. Hubiera sido lo mismo. Ese prototipo sí está en extinción porque contiene una vacuidad que no casa con el devenir de los tiempos y el latido político que atesora el periodismo.