Precisamente la Televisión Canaria se estrenó en agosto de 1999 con un encuentro entre la Unión Deportiva Las Palmas y el Club Deportivo Tenerife, el mismo derbi que tendremos hoy, aunque retransmitido por otros operadores televisivos. Con todo, eso ahora no es lo importante. La cuestión estriba en qué enfoque tendrá Radio Televisión Canaria (RTVC) para los próximos años. Es decir, evidentemente la Televisión Canaria debe superar la precariedad, disponer de las infraestructuras precisas y normalizar su senda institucional tras años convulsos de pugna política. Y en esto está Francisco Moreno. Sin embargo, más allá del modelo de gestión, no podemos olvidarnos que se trata de una cadena de televisión pensada para la sociedad canaria y fruto del autogobierno y el disfrute estatutario. Y esto está en peligro.
Si en 2023 irrumpe una ola recentralizadora en Madrid de la mano de PP y Vox y prosigue la crisis sistémica del 78, Canarias no estará preparada ni articulada para el enorme debate político que sobreviene. Y si las islas no dispusieron históricamente de una burguesía sino de la suma de caciquismos insulares, tampoco tendrá un ecosistema mediático propio que nos preserve de la regresión competencial y democrática que asoma en el horizonte y que ya atestiguan la generalidad de las encuestas.
Uno de los éxitos fundacionales de TV3 es que desde el primer instante fue concebida más allá del mero folclorismo. TV3 se erigió en la voz común y autoconcienciada de Catalunya como espacio propio. Otro tanto ha acontecido con ETB en Euskadi. Esto les ha permitido no estar sometidos al centralismo informativo y, por ende, crear discurso propio desde la atalaya institucional obligada de la titularidad pública.
Puede que esto no pase por la cabeza del administrador único. Pero sí debería estar sobre la mesa de los partidos políticos isleños, especialmente los nacionalistas y de izquierdas pues, al fin y al cabo, si en La Moncloa estarán el PP y Vox, aquí no habrá contestación alguna a las medidas que se adopten desde el poder central. La creciente polarización política no es producto solo de la instantaneidad y digitalización de nuestras vidas, individual y colectiva, sino que responde a la crisis sistémica del 78 que atañe (y de qué manera) a las creencias federales asimétricas. De nada valdrá un nuevo equipamiento técnico y construir edificaciones para la RTVC tanto en Las Palmas de Gran Canaria como en Santa Cruz de Tenerife, si no hay una finalidad compartida. TV3 y ETB están preparados para lo que viene. Televisión Canaria para nada. A buen seguro, se percatarán de ello cuando llegue el momento y mientras tanto se ha desperdiciado un tiempo muy valioso. Eso sí, Televisión Canaria no podrá estar al margen de esas tensiones institucionales a medio plazo (un curso, poco más) si se cumplen los pronósticos demoscópicos. Televisión Canaria tendrá que fomentar la conciencia canaria. De lo contrario, será marioneta del sucursalismo e inane ante las amenazas que sobrevuelan a la democracia. RTVC no podrá ser cómplice por omisión. Lo pagaríamos muy caro en el archipiélago.
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