Que el presidente del Gobierno fuese el pasado jueves entrevistado por Antonio García Ferreras en La Moncloa, es toda una declaración de intenciones. No es inteligente por el equipo presidencial vincular tan estrecha conexión mediática con el que ha protagonizado un escándalo periodístico de quiebra que jamás se pensó: los audios en los que se delata su cacería contra Pablo Iglesias y Unidas Podemos para evitar el Gobierno de coalición de izquierdas lo dice todo. El comisario Villarejo hacía tiempo que tenía al director de La Sexta y presentador de ‘Al Rojo Vivo’ atrapado a cuenta de los audios de marras. Por eso José Manuel Villarejo se permitió en directo en televisión soltar que Ferreras le debía aún un almuerzo.
A buen seguro, el que Sánchez haya accedido a dicha entrevista viene en parte estimulado por la situación financiera más que delicada que atraviesa el Grupo Prisa. La abultada deuda del conglomerado mediático (más de 900 millones de euros) ha sido acompasada por la negativa del jefe del Ejecutivo a que Joseph Oughourlian pudiese tomar oxígeno de la familia Berlusconi a través de una ampliación de capital. En realidad, a los italianos solo les interesa el pastel publicitario de la Cadena Ser. Por lo demás, la deuda es insostenible salvo que políticamente haya jugadas en curso que compense económicamente en otros sectores. Claro que el periodismo en sí tiene un valor aunque no sea estrictamente en la cuenta de resultados.
La foto de Sánchez con Ferreras en La Moncloa significa que el PSOE no va a seguir respaldándose mediáticamente en ‘El País’ y la Cadena Ser. Que lo hará solo en parte. Pero La Sexta, con Ferreras al frente de los informativos, implica un coste político y mediático para el PSOE. Ferraz trata de permanecer instalado en los parámetros de un bipartidismo periodístico que ya no existe. Tal como está el tablero ahora mismo, al presidente del Grupo Prisa no le habrá gustado nada la escenificación socialista con La Sexta esta semana. Es decir, Joseph Oughourlian recibe una negativa a la búsqueda de socios italianos en la órbita de la familia Berlusconi y, al tiempo, Sánchez le mengua la influencia al Grupo Prisa al visualizar su conexión con La Sexta que aún no ha superado la crisis de los audios del comisario Villarejo con Ferreras. Dicho en plata, Sánchez ningunea a Joseph Oughourlian justo en un periodo en el que el Grupo Prisa necesita ayuda urgente.
Quizá Sánchez se esté cobrando políticamente que el Grupo Prisa no lo apoyara en las primarias contra Susana Díaz cuando el PSOE se dividió. Y si la acción del conglomerado de ‘El País’ y la Cadena Ser está en tan solo 33 céntimos, pues a Sánchez le es indiferente. Pasa olímpicamente en cuanto que si repite como presidente del Gobierno, Joseph Oughourlian no podrá hacer nada. Y si no repite tiene la mente puesta en proyecciones europeas. Y en su despacho en La Moncloa habrá concluido que mejor es que La Sexta y el Grupo Prisa prosigan en una pugna donde Sánchez se lava las manos. Marca de la casa.





















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