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Jueves, 16 de Octubre de 2025

Actualizada Jueves, 16 de Octubre de 2025 a las 16:56:10 horas

Comisiones Obreras en Agaete

TA ofrece la columna de Rafael Álvarez Gil

direojed Viernes, 11 de Noviembre de 2022 Tiempo de lectura:

Hace apenas dos semanas CC OO celebró unas jornadas de formación y análisis para sus cuadros sindicales en Agaete. Un enclave muy cercano a la playa de Sardina del Norte (Gáldar) donde en 1968 se vivió uno de los hitos por excelencia de contestación a la dictadura franquista y, por ende, de la historia de la clase obrera canaria. Aquella reunión en familia vino provocada precisamente porque no cobraban sus salarios los operarios que justo estaban construyendo la carretera a Agaete. La represión de la Guardia Civil y la cárcel retumban aún en la conciencia colectiva.

 

La cita contó con la presencia en la jornada final del secretario general de CC OO. Unai Sordo intervino a pocos días de que se celebrase la gran marcha en Madrid sindical bajo el lema: Salario o conflicto. La patronal no está por reconocer en la negociación colectiva los aumentos salariales que corresponden a tenor de la inflación y, por tanto, la clase trabajadora se está empobreciendo a marchas forzadas. Esta crisis no la puede volver a pagar las trabajadoras y trabajadores. Y la presión solo acaba de aumentar para buscar una salida digna que evite que paguen los platos rotos los que menos tienen, la posición más débil cuando, además, algunos sectores empresariales están aumentando sus beneficios.

 

Por otro lado, es preocupante la escalada de bajada de impuestos que promueven numerosos gobiernos. Incluidos los de izquierda. Bajar los tipos impositivos de poco valdrá y solo augura recortes futuros en los servicios públicos, cuando ya los hubo (y cruentos) a son de la crisis financiera y la austeridad a mansalva perpetrada hace una década por Madrid y Bruselas. Por la búsqueda de unos votos o la ficticia paz social, algunos partidos creen que con medidas así calmarán a las centrales sindicales. Craso error.

 

Los sindicatos de clase son más necesarios que nunca. Constituyen la respuesta temprana e inmediata no solo a los problemas del mundo del trabajo, de la oficina, de la fábrica, que también, sino del universo sociopolítico que nos atañe como sociedad. Contar con alrededor de un millón de afiliados, como es el caso de CC OO, es una enorme responsabilidad. El sindicato gestado por Marcelino Camacho que supo adentrarse en las estructuras del régimen franquista para combatirlo desde dentro tiene ahora un nuevo reto: empoderar a la clase trabajadora (dignificarla y respetarla) al alimón de la deriva rampante de la crisis del capitalismo. No será fácil. Pero tareas anteriores tampoco lo fueron. La España del tardofranquismo, del SEAT 600 y la masificación turística, no esperaba tener que lidiar con CC OO. Un pulso político en el que cuajó como punto final el Proceso 1001 en los estertores de la dictadura.

 

Hoy las tensiones persisten. El Gobierno de coalición de izquierdas no puede mantenerse al margen de las reivindicaciones sindicales ante una patronal que no cede y que está obstruyendo la negociación de los convenios colectivos. La sospecha de que las derechas alcancen La Moncloa en un año mal contado, seguramente es un factor que pesa para que se mantengan impasibles. Pero toca bregar. Eso es, al fin, la nota distintiva de la lucha sindical.

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