A veces no hace falta un burofax. En política, con frecuencia, son los pequeños detalles y movimientos los que anuncian maniobras mayores que están por venir. Como en las películas bélicas, es ese pelotón de reconocimiento capturado inesperadamente en la medianoche el que precede a la gran batalla al día siguiente que lleva tiempo gestándose sigilosamente. Y eso rezuma la cuestión de la candidatura de CC al Cabildo de Gran Canaria.
Cuando la actual diputada de CC por la provincia de Las Palmas en la Cámara Baja, María Fernández, aspira a la Casa Palacio de Bravo Murillo, no es por hacer doblete sin más, por aumentar su poder dentro de su partido o por un cambio de aires personal (no es nada de esto necesariamente) sino que obedece a la razón de que sabe que no va a repetir en Madrid tras los comicios generales de 2023. Esto es, lo que hace es un reagrupamiento a los cuarteles de invierno porque CC por sí sola no tendrá (otra vez) escaño por esta provincia. De hecho, no lo tiene desde que NC existe. Sin el peso electoral de Vecindario (Santa Lucía de Tirajana), La Aldea de San Nicolás, Gáldar y Guía, un segundo José Carlos Mauricio para CC es un espejismo.
CC no ostenta la musculatura electoral suficiente para lograr el acta, para producir otro Mauricio. Sin el acuerdo con NC en 2019, ahora Ana Oramas seguiría sola. Y ya hay proyecciones demoscópicas en las que se señala que CC tampoco tendría representante por la circunscripción de Santa Cruz de Tenerife de producirse hoy las elecciones generales. Votaban a Oramas, no a CC. Por tanto, no se atisba escaño nacionalista.
Si te vas a la institución insular porque temes que no repites de diputada, CC está confesando que sabe que no habrá (porque no quiere que así sea) una reedición de la alianza con NC. Recordemos que en 2019 fue posible porque entonces Fernando Clavijo estaba en horas bajas a son del caso Grúas y Mario Cabrera y Marcial Morales desde Fuerteventura presionaron por entenderse con NC. ATI no podía negarse, tenía que ceder. Por eso ATI llama a filas a Oramas para que retorne a las islas y ocupe mando en plaza por lo que pueda acontecer con el caso Reparos. Con Oramas en el Parlamento isleño, el acuerdo con NC para ir juntos a las Cortes Generales se complica y mucho.
Es más, la táctica de pactos que se barrunta por parte de CC en el archipiélago tras la cita con las urnas del cuarto domingo de mayo de 2023, estará precisamente sustentada en intentar remover el poder de NC en Gran Canaria. CC, si pudiese, acabaría con NC. CC no desea confluir ‘per se’ con NC. De ser así, ya lo hubiese hecho. La vuelta de Oramas es hipotecar, aún más, a la organización al ‘clavijismo’. Y si a Clavijo y Oramas le sale bien electoramente el ensayo, no estarán por las fórmulas electorales mencionadas. Por eso la pugna por la Presidencia en el Cabildo de Gran Canaria es crucial. Y NC debe dotarse de autoestima, ensancharse sociológicamente, potenciar su reivindicación de la izquierda canaria y el nacionalismo y, en definitiva, trazar su propia estrategia sin miramientos hacia terceros que, por si ellos fuera, ambicionarían suplantar y desterrar a NC.
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