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El declive de los partidos

TA ofrece la columna dominical de Rafael Álvarez Gil

direojed Domingo, 25 de Septiembre de 2022 Tiempo de lectura:

Si las encuestas últimas se cumplen, hoy en Italia ganará ampliamente la extrema derecha. El neofascismo va poco a poco contaminando la vida política en el Viejo Continente. Y su amenaza ya atañe igualmente a España. Las causas son varias pero una de ellas responde al debilitamiento progresivo de los partidos tal como los hemos conocido, especialmente en el ala izquierda.

 

Esto es, la ausencia de discurso de la socialdemocracia y la izquierda en su conjunto favorece que la extrema derecha gane adeptos, amén de la desinformación que navega a su placer por la instantaneidad y las redes sociales. El neoliberalismo ha ganado. Y lo hizo hace tiempo. Pero ese mismo neoliberalismo ha espoleado una flagrante desigualdad social que golpea de lleno ahora a las bases electorales de las dos grandes familias políticas europeas: la socialdemócrata y la democratacristiana. Esa suerte de bipartidismo, expreso o tácito, aún confundido dentro de un multipartidismo, llama a su fin. Y ahí irrumpe el neofascismo.

 

Los partidos políticos cada vez son más escuálidos en sus estructuras. Se mueven en el mundo líquido. Las asambleas son materialmente sustituidas a diario por los grupos de difusión en WhatsApp. Y los aparatos se sienten incapaces de contener una marea de comunicación que, todos los días, zarandean el escenario político. La figura romántica del militante no existe. Los partidos ven ya casi al militante como un estorbo. Y los militantes que quedan andan entre la resignación y la querencia incondicional. A este paso, los militantes que permanezcan en las diversas siglas tendrían derecho a recibir un pago mensual en vez de tener que pagar una cuota. Vamos, como los aficionados que acuden al fútbol a las gradas sufriendo horarios pensados, en realidad, para la televisión.

 

La democracia representativa está en crisis. Asistimos a la crisis de la intermediación que concierne a los partidos políticos y a los medios de comunicación. Por supuesto, la democracia se va carcomiendo poco a poco. Gradualmente sus cimientos e instituciones son cuestionados. Es un ataque sibilino. Las estructuras sólidas de ayer, incluidos los partidos, se han desbaratado. Y esto lo aprovecha el neofascismo que está siendo blanqueado por los medios de comunicación. El caso de Vox es de libro. Hasta aparecen sus dirigentes en la televisión pública en programas de entretenimiento como si nada. El neofascismo es la gangrena la democracia.

 

Lo de hoy en Italia puede ser un punto de no retorno. Y la izquierda, de momento, no reacciona. Puede que ya sus referentes partidistas no valgan en cuanto a cómo están articulados. Cuando el neofascismo avanza en distintas latitudes es porque aprovecha las nuevas comunicaciones, la marea donde todo se confunde. Y la socialdemocracia sigue en crisis desde la Gran Recesión de 2008.

 

En España estamos a las puertas de un ciclo electoral en el que la suma para gobernar de PP y Vox lo certifican hoy por hoy los sondeos. Desde luego, de cumplirse, lo que sobrevendrá es preocupante. Y exige formatos novedosos de participación que supere la obsolescencia de los modelos analógicos de las formaciones. Hace falta más ideología que nunca. La izquierda está tardando en prepararse.

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