Paulino Rivero vuelve a reclamar la unidad de los partidos nacionalistas canarios. Lo dejo ahí porque lo de la obediencia canaria puede llamar a engaño: una formación puede ser de obediencia teldense, grancanaria o europea y fijarse otros intereses finales. La obediencia es un instrumento y no necesariamente un fin en sí mismo. En todo caso, la petición de Rivero no es la primera vez que se conoce. Y, por algo, no ha servido de nada hasta la fecha que tiene el expresidente del Gobierno (2007-2015) que volver a las andadas.
La predominancia de CC en Tenerife y de NC en Gran Canaria, a su manera, no deja de ser un destello más del pleito insular. De otra forma, no se entendería semejante distribución de poder; tan tajante, sin apenas matices. Y es que el propio nacimiento de CC no se concibe precisamente sin ese contexto histórico y un sistema de partidos tan peculiar como obediente a características isleñas. Cuando Antonio Morales rechaza la unión con CC no será a CC en sí, o lo que podría suponer algo similar, sino a ATI o, en otras palabras, a la derecha ‘coalicionera’ que desde el insularismo más incisivo ha dominado al vida política en Canarias por mucho tiempo.
Por cierto, esos mismos no veían con buenos ojos a Rivero pues no aceptaban que fuese uno de los suyos. Rivero es de El Sauzal. Mas Rivero, sobre todo, no era visto como uno más que granjease amistades en los círculos exclusivos de La Laguna y Santa Cruz de Tenerife. Y, todo hay que decirlo, es una sociedad más pétrea en ese sentido donde abrir puertas sociales cuesta mucho más.
NC sin Morales no hubiera conseguido la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Pero eso ahora ya es lo de menos. La situación ha variado mucho desde 2019. Entonces, con CC desalojada del poder por primera vez desde 1993, que ya es decir, se especuló con la idea de que Fernando Clavijo fuese apeado de la política fruto de un desenlace judicial que no fue (caso Grúas) y que teóricamente conllevaría que Ana Oramas perdiese peso interno. Todo ello, permitiría (en esa hipótesis) registrar la moción de censura contra Ángel Víctor Torres que reeditase, con mejor o peor suerte, otro 1993.
Sin embargo, en la actualidad CC no tiene prisa. Y un sector importante de CC espera para cobrárselas. Dicho en plata, mascullan que en 2023 pueden ir políticamente contra Román Rodríguez. Este, a su vez, se ha precipitado entrando en una espiral que le han impuesto sus adversarios. Pero en estas estamos. Para ese sector de CC no hay otra cosa que le engatuse más que arrinconar a NC. Y que estos, aquellos hijos de la aparcería que fueron despedidos de malos modos en 2005, tengan que solicitar el reingreso en CC por el registro oficial y con el carné apretado en la boca. A ATI le encantaría indultar y, no siendo menos, relegar a Rodríguez mientras Morales probablemente se retirase a una vida contemplativa en Agüimes. Vamos, que retorna el runrún de siempre de la confluencia o unión aunque en un tablero distinto al de 2019. Claro que CC lo querría. Pero pretendería una absorción de NC. Una opa hostil. Aguardar a 2023 porque cavilan con noquear (políticamente) al actual vicepresidente.
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