Es una custodia compartida la de NC y CC a cuenta del escaño por la provincia de Las Palmas. Lo que ocurre es que hay custodias donde aún laten los rescoldos de amores pretéritos o las que se asumen de mala gana o por hechos consumados. Entre estas dos siglas estamos ante lo segundo. Pero esa no fue la intención inicial. Y precisamente por eso, ahora iremos a ello, CC no está para meter prisa a NC. No se entiende tanta premura por un mes mal contado, con independencia, incluso, de las fechas válidas para activar el cronómetro. Y eso que sin sesión de investidura exitosa, legislatura tal cual no acaba de haber.
Cuando Ana Oramas rompió la disciplina de voto en la investidura de Pedro Sánchez, primeros días de enero de 2020, no solo lo estaba haciendo hacia su partido sino, al tiempo, al espíritu de la alianza. Porque esta vez, en las elecciones de noviembre de 2019, a diferencia de los comicios generales de 2011 (que entonces el escaño era para NC por la circunscripción de Las Palmas por los cuatro años) denotaba un ánimo de reconciliación que Oramas, enseguida, con su gesto programado por el ‘clavijismo’, finiquitó. Con todo, aquel espejismo se diluyó y hoy Asamblea Majorera se siente cómoda con ATI. A saber qué depara el transcurso del calendario y la inestabilidad del sistema político y sus consecuencias (que las habrá) en las islas.
El acuerdo suscrito y solemnizado ante notaría no tiene repercusiones jurídicas. No cabe dirimirlo en sede judicial. Eso lo sabe NC que, acordándose de la desviación del voto de Oramas, no está para urgencias. Otra cosa será con quién ir en la siguiente cita electoral. CC querrá encabezar la plancha y protagonizar el tramo inicial del mandato. Con el PSOE, tras el viraje del Sáhara Occidental de Sánchez, poco margen de maniobra hay. Y tal vez sea el momento de que NC se la juegue a ir por su cuenta y riesgo. Y si no cosecha acta, otra vez será. Claro que para eso hay que emprender un trabajo previo: implementar la marca en los municipios relegando las confusiones propias de un municipalismo que impide que el elector en unas generales identifique con claridad total qué es NC.
Sánchez necesita de Pedro Quevedo. Sabe el PSOE que desde que corra la lista, tendrá un voto menos en votaciones decisivas. Y Fernando Clavijo querrá que Ángel Víctor Torres se enfrente a la reválida el cuarto domingo de mayo de 2023 sin Sánchez en La Moncloa. De ahí, las consabidas prontitudes. Pero NC como el PSOE bendijeron que Clavijo hiciera la ‘zerolada’ en el verano de 2019 para mandarse a mudar como senador autonómico y conseguir el aforamiento deseado de cara al caso Grúas, ya archivado. Torres y Román Rodríguez no torpedearon aquel proceso. Solo hubo quejas entonces de Unidas Podemos. Formalmente puede haber debate sobre cuándo le corresponde a Quevedo decir adiós en Madrid. No obstante, materialmente hay precedentes de sobra (y descritos aquí) para no forzar nada. Mes arriba, mes abajo, la misa está dicha. Eso sí, la cara que se le pondrá a los votantes de NC cuando vean a la candidata de CC ocupar el escaño, obliga a un debate interno para una formación que ideológicamente siempre se le ha situado en el nacionalismo y la izquierda canaria. Y esto hay que hacerlo valer.
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