El V congreso nacional supone un antes y un después en Nueva Canarias desde su fundación en 2005. Algo así como lo fue el XXVIII congreso del PSOE (1979) donde abandonó el marxismo o el IX congreso del PCE (1978) donde hizo lo propio con el leninismo. Es decir, la cita en Infecar este pasado fin de semana abre un ciclo por explorar cuyo rendimiento dependerá de cómo actúe Nueva Canarias al nutrir y dotar de contenido al canarismo. Como término sirve de percha ideológica pendiente de concretar en el sentido de que vale desde el mero autonomismo hasta la construcción de nación canaria. Expresado de otra forma, el canarismo puede situarte en una especie de PNV o de la otrora Euskadiko Ezkerra (EE) que acabó integrándose en el socialismo vasco. Por no mentar, esperemos que no sea el caso, en un regionalismo al uso. Es más, Ángel Víctor Torres también puede ser catalogado de canarista, al igual que otros dirigentes de diferentes formaciones isleñas.
La apuesta por el canarismo corre el riesgo de intentar escapar de la presunta dicotomía nacionalista. Pero, guste o no, todos los actores políticos son nacionalistas; unos españoles, otros canarios. El ‘procés’ incumbe a Canarias, aunque fuese porque es imposible entender el auge de Vox como secuela del conflicto catalán. El nacionalismo no está mal visto (lo estaría, ya puestos, el etnicismo) sino que depende de cómo se defienda. Sin ir más lejos, el socialismo tanto valió para que Olof Palme cimentase el Estado de Bienestar del modelo nórdico envidiado en el resto del Viejo Continente como para que Iósif Stalin perpetrase purgas y desapariciones.
¿Y ahora qué? Pues empieza el reto para Nueva Canarias. Porque una cosa es el tacticismo electoral y el aperturismo para maniobrar en los pactos tras la cita con las urnas y otra bien diferente es la embestida política que puede mermarte. ¿Acaso valdrá sin más frente a un poder central dominado por el PP y el neofascismo apelar a que uno es canarista? Ni por asomo el canarismo permitirá frenar la codicia recentralizadora de Vox. A la extrema derecha no se le combate difuminando la identidad propia sino, por el contrario, reforzando la tuya. El rearme ideológico (como nacionalismo canario) es y será imprescindible dado el horizonte político que atenaza al Estado. Nueva Canarias, desde el canarismo, podrá hacerlo pero si no lo hace otros lo harán. Incluso, puede dejar abierto un espacio idóneo para el frente canario que quieren articular Unidas Podemos y terceros al calor de 2023. Desde este instante comienza el trabajo, de verdad, de Nueva Canarias para que no quede debilitada en un mero municipalismo sino que pueda crecer como opción política autocentrada.
Nueva Canarias no puede entrar en la autotrampa impuesta, en una especie de espiral viciada, de querer ser nacionalista (PCU, UPC, Asamblea de Vecinos, Asamblea Canaria, UNI, Ican y CC en sus inicios) pero no comportarse de este modo, importante para la autoestima colectiva. Por tanto, el canarismo puede tornarse en una contingencia o en el éxito sociológico, sujeto todo ello a la actuación como partido de aquí en adelante. Ahora bien, y máxime con la creciente amenaza de Vox, no concibo que Nueva Canarias pueda ser una fuerza política viva y con recorrido institucional futuro relegando los parámetros autocentrados de la nación canaria y, por ende, de la plurinacionalidad. Esta plurinacionalidad, ni más ni menos, determinará la pugna política en los años venideros tanto a izquierda como a derecha, por acción o por omisión. Y será implacable.
























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