La prescripción, la inviolabilidad y las regularizaciones (¿avisadas convenientemente?) libran a Juan Carlos I del procedimiento penal. Ocurrió lo que la sociedad sospechaba: la Fiscalía archiva y aquí no ha pasado nada… Al menos, jurídicamente. Y qué mejor momento para archivar que estos días en los que la invasión de Rusia a Ucrania impregna toda la agenda informativa.
El rey emérito ya está listo y perfumado de escaparate para retornar a Madrid en cualquier instante y confían que la memoria colectiva olvide la matanza de elefantes en Botsuana, las amantes que han sido señaladas por resultar presuntamente untadas de privilegios y que a una de ellas, Corinna Larsen, le hizo una donación de 65 millones de euros cuyo origen motivó una investigación de la Fiscalía suiza, ya archivada.
Este periodo, simbolizado su apogeo con la huida de Juan Carlos I a Abu Dabi, y que supuso una grieta en el Gobierno de coalición de izquierdas pues el vicepresidente Pablo Iglesias no fue informado de lo negociado entre La Moncloa y La Zarzuela, quedará para la posteridad como la ocasión que gozó Pedro Sánchez de separarse de la monarquía y cerrar el ciclo histórico del sistema del 78. Ante semejante disyuntiva optó por aferrarse a los Borbones y prolongar el rol de partido dinástico y sistémico del PSOE; aunque Sánchez, en su momento, se enfrentase al ‘felipismo’, al Grupo Prisa y denunciara en La Sexta las presiones sufridas por el IBEX 35.
El PSOE ha votado junto al PP y Vox, una y otra vez, en contra de permitir las comisiones de investigación sobre Juan Carlos I en el Parlamento que es donde tendría (y debe aún) solventarse qué hizo Juan Carlos I a son de las múltiples irregularidades de las que solo nos hemos enterado gracias a la prensa extrajera y a la Fiscalía suiza. Así las cosas, la ciudadanía se distancia de la política y critica la podredumbre que asola a las instituciones con actitudes tan reprochables como las del rey emérito.
A la Casa Real tan solo le preocupa el frente judicial en Londres con Corinna Larsen que denuncia el espionaje y acoso sufrido por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) al dictado de las órdenes de Juan Carlos I. Es decir, que el CNI pudo gastar dinero público en ir ‘resolviendo’ la vida amorosa del monarca… En fin, que a falta de lo que acontezca en Londres, al rey emérito ya lo esperan en Madrid con los brazos abiertos. A todas luces, supondrá un problema (otro más) para La Moncloa pues solo faltaba que Yolanda Díaz le diese la bendición a la operación de retorno y maquillaje que, en puridad, ha desatado el descrédito monárquico y que en otras latitudes europeas hubiera provocado una crisis institucional de mayor calado. El panorama es el que es y tan solo resta añadirle la querencia de la ultraderecha a la causa borbónica. Aunque, visto lo visto, en La Zarzuela el auge de Vox no deberá inquietarle demasiado… Felipe VI respira aliviado.
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