¿Qué pensaría Manuel Fraga de la crisis enorme que vive hoy el PP? ¿Qué haría el que fuera ministro de la dictadura, ‘padre’ de la Constitución de 1978 y fundador de AP/PP? Fraga le espetó a José María Aznar: "¡No hay tutelas ni hay tutía!", cuando Aznar le presentó una carta de dimisión sin fecha poniéndose así a disposición del partido. Si la guerra del PP es de por sí agotadora para la opinión pública, cómo será para el aparato y sus militantes que viven todo el día pensando en ello… Con todo, puede que Fraga estuviese dividido: por un lado, su amor por la derecha ‘canovista’ (monárquica y apasionada del bipartidismo británico) y, por el otro, su querencia por el franquismo sociológico reverdecido amén de Vox.
El problema para el PP, que también, y para la democracia es que muchos de los gerifaltes y cuadros que aúpan a Vox están incrustados en el poder estatal, en sus diversas ramificaciones. Es la hipoteca que en el presente pagamos por haber hecho la Transición y no emular el ejemplo de Portugal. Si entonces los mismos policías que perpetraban torturas a la oposición política en las comisarías se acostaron franquistas y amanecieron a la jornada siguiente supuestamente demócratas por arte de birlibirloque, y por tanto tuvieron décadas para impregnar su huella en la Administración, cómo la ultraderecha no va a beneficiarse de esos resortes. Y cuando en 1982 los socialistas llegaron a gobernar, optaron por mirar hacia otro lado. Nunca se depuraron responsabilidades.
El problema de Pablo Casado no es solo que no logra controlar la agenda mediática, que le cuesta una sangría de votos y credibilidad, sino que Vox está en distintas posiciones de poder del Estado. Y eso ya es artillería pesada para un líder que aspira a un centroderecha calmado. La tropa quiere marcha, jarabe, farra neoespañolista brazo en alto. Y eso lo ofrece Vox, es su menú diario de cafetería por excelencia. Emociones, pasado imperial, masculinidad inflada, distorsión de la igualdad… Una borrachera patriotera para la plebe que percibe miedo, practica la catalanofobia y, si fuera por ellos, ya hubiesen perpetrado un golpe de Estado contra el gobierno de coalición de izquierdas.
Probablemente, hoy Fraga dudaría. Y sus dudas son las mismas que dividen al PP. Es el fruto de la Historia de España, de no tener una derecha democrática al estilo de Angela Merkel, de no haber dispuesto de un proceso constituyente claro y popular al estilo de la Segunda República, de sufrir una larga dictadura que rubricó penas de muerte hasta el último momento, de una Transición que cubrió la restauración borbónica… Los fantasmas del pasado retornan. Por eso España es España o, lo que es lo mismo, el imperio de antaño que durante su desmembración no cuajó como Estado nación. Si Vox se come electoralmente al PP, y lo tiene a tiro, se acelerará la crisis sistémica desatada tras la Gran Recesión de 2008. La Segunda Restauración es incapaz de regenerarse. Y el riesgo del neofascismo asoma.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.48