La ventaja que tenía el PP sobre el PSOE en las encuestas de un tiempo a esta parte se desinfla. Todo apunta a la división interna de los populares en Madrid: nulo liderazgo de Pablo Casado y envalentonamiento interno y mediático de Isabel Díaz Ayuso.
La primera entrega de 2022 de Key Data para el diario ‘Público’ señala una igualdad en escaños del bipartidismo dinástico (106) y en porcentaje de voto (26%, PSOE; 25,6%, PP). El riesgo de que el sistema electoral no pueda ofrecer una gobernabilidad viable es creciente. La razón es sencilla: la arquitectura electoral (pensada en el tardofranquismo e incorporada sin más en el proceso constituyente) estaba pensada para garantizar una alternancia en el poder entre dos grandes partidos, uno de centroizquierda y otro de centroderecha, que, de paso, salvaguardara a la monarquía como elemento indiscutible y anterior a todo debate. Este modelo, el del neoturnismo, hace aguas desde las elecciones europeas de 2014 en las que irrumpió Podemos.
La otra clave arrojada por este sondeo, y que ya es tónica en el resto, es que tanto el PSOE como Unidas Podemos retroceden en apoyos. Lo cual no deja de ser inusual en un acuerdo de coalición donde lo habitual es que uno crezca a costa del otro, normalmente el pez grande se come al chico. Pero no es el caso. El PSOE pierde en torno a 600.000 votos y de los 120 escaños de noviembre de 2019 pasaría a los 106 y, por su parte, Unidas Podemos se deja alrededor de 350.000 sufragios y de las 35 actas del presente quedaría en 29.
Así las cosas, de confirmarse este tablero parlamentario en la próxima cita con las urnas, caben tres opciones: 1) que el PSOE acepte la plurinacionalidad por fuerza en cuanto que necesitará prácticamente de todos los nacionalismos periféricos, si es que llegasen a los 176 escaños, 2) una involución de la democracia protagonizada por un PP atado al neofascismo, 3) una gran coalición a la alemana entre PSOE y PP que no dejaría de ser un síntoma más del ocaso irreversible del sistema del 78.
Por otro lado, si la convalidación de la reforma laboral en la Cámara Baja se hace con Ciudadanos, sería una señal anticipada de que, a efectos prácticos, es más posible el desenlace 2 o el 3 pues la plurinacionalidad ya observaría desde ahora qué piensa el PSOE. Un pulso en el que Yolanda Díaz se juega su perfil como candidata y no puede permitirse un varapalo parlamentario (por la no convalidación) o quedarse sin la cobertura de ERC, EH Bildu… Por eso Nadia Calviño se frota las manos mientras gana enteros que Ciudadanos salve al Ejecutivo de coalición dejando sin potenciales apoyos futuros a la gallega. En fin, lo que no puede hacer la izquierda es acomodarse a un pactismo que a medio plazo le achica mientras las encuestas advierten del auge de la ultraderecha. Más que nada porque, llegado el momento, el PP se hipotecará a Vox aunque luego eso pueda asimismo condenarle como organización, pero eso ya es otro episodio.
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