En junio Pedro Quevedo dejará el escaño en favor de CC. Es lo acordado y procede, cómo no, cumplir con la palabra. Sobre todo, tras la cesión del bastón de mando totalmente tranquila de CC a NC tanto en Santa Lucía de Tirajana (Fortaleza) como en Telde. El escaño será cedido, por tanto, según lo fijado y lo habrán ocupado ambas formaciones hasta el final de legislatura (sea cuando sea) como un matrimonio rige el tiempo de sus retoños en cada domicilio. Lo que ocurre es que aquí amor hubo poco y el matrimonio fue de conveniencia. El PSOE cerró las puertas a NC para reeditar la lista al Congreso de los Diputados (solo cambió de opinión cuando vio que iba en serio el asunto con CC) y, no siendo menos, con la citada plancha encabezada por Quevedo se sondeaba hasta dónde podía llegar la confluencia nacionalista. El experimento, el de ir a más, duró lo que el Tribunal Supremo tardó en dictar el archivo del caso Grúas para Fernando Clavijo amén del letrado ‘galáctico’ José Antonio Choclán; el que el lagunero contrató cuando se percató de la enjundia de la causa en su contra y que eran palabras mayores. El aforamiento como senador autonómico hizo el resto. Y Asamblea Majorera reculó frente a ATI.
A buen seguro, las próximas elecciones generales serán antes de lo previsto. Incluso, previamente a las locales y autonómicas de mayo de 2023. A lo sumo, Pedro Sánchez hará coincidirlas. Pero creo que las convocará antepuestas al consabido mayo. Es decir, queda un año mal contado. CC exprimirá al máximo mediáticamente el escaño a estrenar (después de tanto tiempo) por la provincia de Las Palmas. No lo saborea desde hace prácticamente dos décadas o más. En 2004 Román Rodríguez lideró la lista a la Cámara Baja por CC sabedor de que la ruptura nacionalista estaba en el horno. Él había sido apartado por Adán Martín (que aupó a José Carlos Mauricio contraviniendo lo estipulado) y la unidad de la organización tenía los días contados.
CC tratará la siguiente vez de ocupar el puesto número uno al Congreso de los Diputados. De hecho, pocos pensaban que ahora le llegaría el turno a CC sin ser disuelta antes la Cámara. Cosa que hubiera acontecido probablemente si en vez de dos años y medio (de los cuatro) para NC hubiesen sido los tres primeros, tal como se intentó en la mesa de negociación. La duda asoma enseguida: ¿por qué vía debe optar NC? El coqueteo con CC por aquello de tener escaño isleño por custodia compartida pero que luego no se materializa en nada, acaba por desalentar al electorado. Nadie se imagina que PNV y EH Bildu fueran de la mano a Madrid para después distanciarse en Euskadi. Y otro tanto sería aplicable a ERC y JxCat en Catalunya. Los planes no solo hay que cumplirlos sino además contagiarlos de ilusión compartida. Solo así se avanza socialmente. Una tarea pendiente, sobre todo, tras tantos años de nacionalismo de calculadora que ha desdeñado el fervor de canariedad del pueblo y la forja de identidad. El nacionalismo de parques y jardines tiene el recorrido acotado de antemano, un techo de cristal.
Si en 1979 Unión del Pueblo Canario (UPC) logró su propio escaño por Las Palmas a la Cámara Baja, ¿por qué NC no puede conseguirlo por sí solo? Entonces Fernando Sagaseta obtuvo el acta con 38.304 votos (13,31%) y pisándole los talones al PSOE. Otrora se repartían solo 6 diputados por esta provincia. Ahora tocan 8. Del precedente, de raigambre popular, de UPC se puede aprender mucho. Aunque eso implique un trabajo de proyecto político que el cortoplacismo institucional, de regate corto, impide.

























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