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Miércoles, 08 de Octubre de 2025

Actualizada Miércoles, 08 de Octubre de 2025 a las 21:02:17 horas

Rafael Álvarez Gil Rafael Álvarez Gil

El PP y los medios

TA ofrece la columna diaria de Rafael Álvarez Gil

direojed Domingo, 09 de Enero de 2022 Tiempo de lectura:

En el cuartel general de Génova tienen un serio problema: Vox se acerca al PP. Cada vez más. Por cada semana que pasa, la distancia aminora. Y, de seguir este ritmo, le pisará los talones. Algunos jerarcas del PP podrán pensar que, de momento, les viene bien para tener a ese socio deseado que les asegure llegar a La Moncloa y que luego, con el tiempo, la ultraderecha se desinflará. Lo mismo pensó, por cierto, Mariano Rajoy a cuenta del ‘procés’ hasta que le estalló políticamente en la cara el 1 de octubre de 2017. De hecho, el independentismo catalán sigue presente y el auge de Vox tendrá como consecuencia que crezca en los siguientes cursos. Santiago Abascal de vicepresidente es el mejor estímulo para Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Pere Aragonès.

 

La tentación por parte de los populares, dentro de su lógica particular, de equiparar a Vox con Unidas Podemos no es viable ni será efectivo. Dicho en plata, el ecosistema mediático instalado en Madrid que depositó el foco intensamente sobre Pablo Iglesias y sus correligionarios no podrá hacerlo por igual con Abascal, por la sencilla razón de que Pablo Casado necesitará a Vox. Y la artillería mediática no irá contra la ultraderecha. Es más, a Vox ya se le ha blanqueado por varios medios de comunicación. No hay un ‘cordón sanitario’ como en Francia ante el ‘lepenismo’. En época de Rajoy en el poder creyeron que Iglesias era el mejor antídoto frente a Pedro Sánchez, era cuando La Sexta le daba cancha a Podemos. Dividiendo el voto de la izquierda, pensaba el gallego, era la mejor forma de continuar en La Moncloa. Pero con Vox no podrá hacerlo el PP porque la dependencia es la que es, siendo, a estas alturas, una potencial hipoteca gravosa para las expectativas del centroderecha.

 

En puridad, tanto el fascismo como el neofascismo son el último reducto de los intereses del capitalismo cacique o clientelar cuando siente la amenaza de la descomposición política. Para eso sirve la ultraderecha: para atemorizar, para achicar a la mayoría social y las reivindicaciones de justicia e igualdad por parte de la izquierda. Y es una consecuencia más de la ruptura del pacto social surgido en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y vigente hasta la Gran Recesión de 2008. Las clases pudientes instrumentalizaron en España a los falangistas de primera hora. Sin embargo, se les puede ir de las manos. Basta con repasar la historia de Alemania e Italia a son de Adolf Hitler y Benito Mussolini que engulleron a los democratacristianos, a los tenderos y a la pequeña y gran burguesía industrial.

 

En fin, ¿el universo mediático está preparado para replicar el auge de Vox y la regresión democrática a la que podemos asistir a tenor de las encuestas? Los medios de comunicación con una línea editorial cercana al PP no podrán contener a la ultraderecha desatada. Será entonces demasiado tarde. No solo para ellos sino, por descontado, para el propio PP. Alcanzar el Gobierno central a lomos de Vox en 2023 (justo en el centenario del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera) sería una vuelta de tuerca más en la agonía del sistema del 78. Casado juega con fuego.

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