La enorme transformación de los medios de comunicación prosigue, incluida la prensa. Hace unos días se celebró el XXII Congreso de Periodismo de Huesca; una cita anual en la que se supone que se reúne la vanguardia, las últimas ideas y ahonda en el universo digital. Este año participó el mayor accionista y presidente del Grupo Prisa, Joseph Oughourlian. Que justamente él tuviera a bien aceptar la invitación es un síntoma del cambio de las cosas.
Ya ‘El País’ se granjea con los restantes soportes y competidores, un gesto positivo el acudir a Huesca. Con todo, lo realmente importante es que Oughourlian anunció una política editorial distinta a cuando ocupó el primer puesto en el accionariado: ya no cree oportuno separar el sector de la educación con en el de los medios en el Grupo Prisa. Hasta ahora la tendencia había sido la contraria por parte del fundador del fondo de inversión Amber Capital: apartar los dos modelos de negocio y precisamente aligerar el mediático. Puede que el interés de Vivendi de aumentar su participación en el Grupo Prisa haya obligado a Oughourlian a reaccionar. El frente ya no lo tiene abierto con el Banco Santander ni la familia Polanco (se especuló incluso con la compra del Grupo Prisa por parte de Vocento) sino que asistimos a tiranteces protagonizadas entre un fondo de inversión (Amber Capital) y un conglomerado francés con presencia en los mercados de telecomunicaciones y entretenimiento (Vivendi). La influencia gala por controlar el buque insignia de la prensa (‘El País’) y de la radio (Cadena Ser) en España es significativa.
Por otro lado, Oughourlian ha sabido amoldarse al nuevo escenario político y ha pujado por una línea editorial distinta a la defendida por Juan Luis Cebrián. Y es aquí donde constituye un acierto el nombramiento de Pepa Bueno como directora de ‘El País’. Entre otras cosas, no solo se percibe el viraje editorial (alejado en cierta medida del bipartidismo de antaño) sino que ha rescatado firmas que habían sido previamente excluidas o que no encontraban cobijo en sus páginas.
La estructura de costes de las diversas cabeceras están siendo sometidas a los ERE que irrumpen en las crisis. Las redacciones extensas recogidas en la mancheta y en la que predominaba una jerarquía claramente distinguida (director, director adjunto, subdirector, redactor jefe, jefe de área, jefe de sección…) se tornan en dinosaurios gravosos de mantener por las empresas. Esto supone un riesgo en la calidad del producto. Aunque la digitalización impera y hoy por hoy con un pelotón de redactores se puede mantener el trabajo cotidiano de un periódico (soporte papel y/o digital) y encima desde los domicilios privados o con un local más modesto que opere como centro de operaciones.
Lo importante en el modelo de negocio de los medios de comunicación es atesorar influencia a través de la pujanza de una línea editorial que moldee la acción política. Y, por supuesto, olvidarte de ganar mucho dinero. Si logras no tener pérdidas, ya es para celebrarlo. Al menos, esto es así en los diarios tradicionales. Ya hay digitales que ofrecen beneficios a final de cada curso. El periodismo sigue ostentando una autoridad. Y por eso, con crisis o sin ella, hay empresarios que siguen inyectando dinero en el periódico que se tercie. Todo cambia, pero las premisas clásicas del cuarto poder permanecen intactas.
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